Cordobeses sin Salidas Seguras

En el corazón de la ciudad, la falta de infraestructura accesible se vuelve un desafío cotidiano. Los testimonios de usuarios de sillas de ruedas como Rosario Perazolo Masjoan destacan la precariedad de rampas y veredas, mientras que Germán Vicentini, vicepresidente de la Fundación Relevando Peligros, advierte sobre el riesgo real que enfrentan las personas al intentar transitar la ciudad.

Las Rampas: Un Sello de Inaccesibilidad

Rosario comparte su experiencia: “La opción de usar las veredas es prácticamente inexistente. Por lo general, tengo que navegar por la calle. En lugar de rampas funcionales, encuentro obstáculos como autos estacionados, escombros y desniveles que hacen el trayecto aún más arriesgado”.

Su situación refleja un temor constante: “Cada día siento que puedo ser atropellada. Sin embargo, renunciar a salir no es una alternativa. Necesito mi independencia”.

Un Diagnóstico Alarmante

A pesar de que el último análisis sobre la accesibilidad en Córdoba fue realizado en 2010, la situación no ha mejorado. A continuación, algunos datos clave:

69% de las manzanas no cuentan con rampas.
13% de las rampas están en condiciones óptimas.
50% son resbaladizas, sin superficie antideslizante.
25% presentan tramos faltantes o mal diseñados.
27% tienen desniveles peligrosos.

Vicentini recalca: “Algunas rampas parecen toboganes, con pendientes de hasta 45 grados. Esto es un verdadero peligro”.

El Caos de las Veredas

Las veredas, en muchas zonas, son una trampa. Están llenas de baldosas rotas, desniveles y obstáculos que dificultan el avance. “A menudo termino en la calle porque no encuentro manera de transitar normalmente por la vereda. Es arriesgado, pero es lo único que tengo”, explica Rosario.

Sendas Podotáctiles: Una Conexión Inconclusa

La accesibilidad debería incluir a todas las personas, no solo a quienes usan sillas de ruedas. Sin embargo, las sendas podotáctiles en Córdoba son insuficientes y están desarticuladas, lo que agrava la situación de personas con discapacidad visual, entre otros.

“Las sendas no están conectadas. Las personas ciegas necesitan continuidad; aquí aparecen y desaparecen sin lógica”, aclara Vicentini.

Transporte Público: Una Apuesta Arriesgada

El sistema de transporte urbano presenta una realidad similar. Aunque algunas unidades tienen elevadores, a menudo están fuera de servicio. Las paradas, ubicadas frecuentemente sobre superficies irregulares, complican aún más el acceso.

“Tomar el colectivo se ha convertido en una lotería. Debo adivinar cuál viene, y eso limita mis posibilidades de realizar actividades cotidianas como trabajar o estudiar”, concluye Rosario.