El sector no logra repuntar las operaciones de compra y venta debido a múltiples factores que atentan contra la operatoria normal. La crisis se agrava y pese al interés de algunos productores de comprar nuevos lotes, la cantidad de trabas administrativas y logísticas le ponen un freno a la compra/venta que no parece tener solución en el corto plazo.
La pandemia de coronavirus impactó de lleno en el mercado inmobiliario agropecuario, pero también lo hizo en el sector de compra-venta en general, ya que disminuyeron las operaciones de adquisición de insumos, fungicidas, herbicidas, maquinaria pesada y venta de fumigadores. La reacción de supervivencia de las empresas afectadas por la pandemia fue la de generar ofertas, descuentos e incluir la mano de obra dentro de los paquetes seductores para fidelizar a los productores que ante un contexto desalentador se vuelven más conservadores a la hora de adquirir productos y servicios.
No sólo el COVID-19 es el responsable de la inactivación en las operaciones del sector, sino que el aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto desde marzo también ocasionó infinidad de problemáticas ligadas a la logística y el traslado. Muchos productores que tenían viajes pendientes para realizar operaciones inmobiliarias tuvieron que posponer hasta tiempo indefinido la visita hacia los nuevos terrenos debido a la falta de permisos habilitantes de circulación que no los incluye como personal esencial.
La incertidumbre por la pandemia también repercutió a países importadores de granos y oleaginosas de nuestro país. De esta manera, la baja en la demanda repercutió directamente en el precio de venta que redujo los márgenes de ganancia de los productores. De esta manera, la falta de liquidez empujó a los pequeños y medianos productores a tener que vender los rindes a precios muy por debajo del promedio. Esto llevó a que las operaciones sean prácticamente nulas, especialmente en el sector inmobiliario que al igual que el de las pick ups fue uno de los más afectados.
Fue la Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales la que manifestó su extrema preocupación por el nulo nivel de operaciones en abril pasado. El índice de la actividad en el sector manifestó una reducción del 47% respecto al mismo mes del 2019. Y la ecuación es simple: antes de comprar nuevos terrenos y expandirse, ahora el productor busca potenciar los terrenos que posee con nuevos insumos y maquinaria pesada como los tractores john deere.
Si bien las operaciones no se realizan, uno de los signos que despierta esperanza en el sector es que el mercado de arrendamientos se mantiene con buena demanda, especialmente en los campos agrícolas con condiciones de alquileres muy similares a las de la campaña anterior.
Existen inversores que se mantienen en la búsqueda de campos en regiones centrales de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Su objetivo es el de comprar terrenos a un 50% menos del valor solicitado. En otro momento esta opción hubiese sido descabellada, pero algunos interesados en vender empiezan a entender que esta puede ser la nueva normalidad teniendo en cuenta la falta de liquidez, el aumento de la brecha cambiaria y la falta de referencia de precios.
Aquellos propietarios que se mantienen con intenciones de venta planean reducir los márgenes de ganancia en hasta un 20% por debajo de los precios de venta de 2019, aunque aquellos que no cuentan con la necesidad de vender no realizarán ningún tipo de descuento.
Lo cierto es que para que haya un mercado deben existir operaciones de referencia que hasta el momento no se han concretado. Se espera que en las próximas semanas la situación actual se flexibilice y el sector inmobiliario se reactive.