La información sobre cuánto ganan los jugadores en el fútbol argentino se guarda bajo siete llaves.
“Es por cuestiones de seguridad, de cultura”, apunta un dirigente.
Las cifras son tan reservadas que, en la mayoría de los clubes, los integrantes de comisión directiva desconocen cuánto cobra cada profesional de su plantel.
El monto del contrato se cierra entre cuatro partes: presidente, tesorero, representante y jugador. Y ese número no sale de esa mesa chica.
Para facilitarle el acceso a la información al resto de los dirigentes, César Francis, vocal por la oposición en San Lorenzo, presentó un proyecto en la AFA.
La propuesta pide que todos los contratos se aprueben por comisión directiva. De esta forma, amén de poder evitar manejos exagerados, la información sería pública para todos los directivos. En la AFA todavía no discutieron el tema.
Con respecto a la forma de pago, hay una premisa universal: nadie paga en dólar billete. Los contratos, eso sí, se hacen en dólares. Se abona a dólar oficial con un tope: generalmente, 15% más del valor de la moneda norteamericana al momento de la firma. Andrés Ballotta, tesorero de River, dice que su club “está pesificando todas las renovaciones”. Otras instituciones, ante la inestabilidad que podría causar una suba del dólar, siguen el mismo camino.
En cuanto a los montos totales de los contratos –la suma de las primas más los sueldos mensuales–, Daniel Osvaldo es el mejor pago del fútbol argentino, con US$ 1 millón por su estadía de seis meses en Boca.
Lo sigue Teófilo Gutiérrez: cobra la misma cifra pero por el doble de tiempo. A esa altura, también están los dos futbolistas de Boca más cotizados antes de la llegada de Osvaldo: Fernando Gago y Agustín Orion.
Esos cuatro nombres, ubicados a la cabeza de una escala imaginaria, demuestran que la economía de Boca anda mejor que la de River, que con la administración D’Onofrio bajó el monto de varios contratos de su plantel.
Después, hay que dividir a los demás profesionales en tres grandes categorías: figuras, buenos pero no estrellas y primeros contratos.
Un hombre de jerarquía –Federico Mancuello, Sebastián Saja, Walter Erviti– percibe entre US$ 500 mil y US$ 700 mil anuales. Los de la segunda categoría –Ezequiel Cerruti, Lucas Licht– rondan entre US$ 250 mil y US$ 300 mil. Un juvenil que firma su primer contrato en uno de los diez clubes recién ascendidos, en cambio, arregla por $ 20 mil mensuales; cerca de US$ 28 mil anuales. El sueldo básico, por convenio, es de $ 10.100.
La brecha es enorme: el mejor pago del fútbol argentino gana 72 veces más que un joven que consiguió su primer contrato profesional.
Que pague el que sigue. De todos modos, los clubes están fundidos. Y pagan más de lo que pueden. Y sobre eso, todas las fuentes consultadas para esta nota desembocan en el mismo mar: los dirigentes son los grandes responsables de firmar contratos altísimos. Un representante asegura: “A veces manejan el club como hinchas, no miden sus decisiones y se confunden”.
En Agremiados coinciden: “Gastan más de lo que les ingresa. Pero es tema de ellos: les firmen lo que les firmen a los jugadores, los contratos se respetan y se pagan”.
Ballotta comparte que el mayor grado de responsabilidad es de las cúpulas, pero ve “una renovación dirigencial importante en muchos clubes, que están profesionalizando ciertas gestiones, y el manejo de algunas variables, como las finanzas y el marketing”.
Si bien el recambio en las cabezas de los clubes es positivo, el desmadre en los números continúa. “Papá AFA” salió a tapar agujeros dos veces en el último par de años: abonó los sueldos de todos los equipos de Primera en marzo y abril de 2013; y en agosto y septiembre de 2014. Todo, por supuesto, “a cobrar”: no fue un regalo, sino un préstamo de camiones de bomberos para apagar el incendio.
Cuestiones culturales y gambetas impositivas al margen, el fútbol argentino sería más creíble si copiara a la Major League Soccer (MLS) de los Estados Unidos, la única liga del mundo que, año a año, publica los salarios de sus jugadores. Todo limpio, sin nada debajo de la alfombra.
Sin lugar para las sospechas y los tabúes.
Fuente: http://www.perfil.com/deportes/Los-millones-que-reparte-la-pelota—20150424-0069.html