El padre Jorge Hernández, el único párroco católico de la franja de Gaza y que resiste en su parroquia con tres hermanas de la Caridad (Madre Teresa de Calcuta), otras tres religiosas más de su congregación, 29 discapacitados y diez ancianos aseguró que «la gente» en la región, «está bebiendo agua servida, contaminada de sangre». Mientras que el sacerdote argentino del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) ha recibido el aliento del propio papa Francisco quien le envió un mensaje oportunamente. El presbítero lleva siete años en Gaza a cargo de la Iglesia Sagrada Familia, una escuela para chicos discapacitados y un hogar de ancianos, parte de cuyas instalaciones edilicias fueron parcialmente destruidas por un misil israelí. Por su parte, el Gobierno argentino exigió esta semana a Israel «garantías» por la vida del sacerdote argentino Hernández y de los refugiados en la Parroquia Sagrada Familia en la Franja de Gaza y advirtió que «el agravamiento de la situación de dichas personas tendría serias consecuencias en la relación bilateral». La Cancillería giró una nota oficial el pasado lunes al Gobierno de Reuven Rivlin con su reclamo, mientras que este miércoles el canciller Héctor Timerman convocó a la embajadora de Israel en Buenos Aires, Dorit Shavit, para reiterarle que «además de garantizar la seguridad de las personas a cargo del Padre Hernández» su gobierno debe «asegurar que la parroquia de la Sagrada Familia vuelva a contar con suministros de alimentos, electricidad y agua potable». El sacerdote se comunica todos los días con su familia en Mendoza según confirmó un matutino argentino y así se pueden conocer las duras situaciones por las que atraviesa. Por ejemplo, sólo tiene un par de horas de electricidad con los generadores que los utiliza para cargar las baterías del celular y hace dos llamadas telefónicas por día. Se sabe que el sacerdote está preocupado por las deplorables condiciones humanitarias en Gaza que cada vez se deterioran más lo que ha llevado a la gente a tomar agua salada de mar, además los habitantes sufren hambre porque no le dejan a las Naciones Unidas ingresar alimentos.
Cura argentino en Gaza, testigo de las peores condiciones humanitarias
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