Por Jorge Boimvaser
Diario Veloz
Había pasado menos de 24 horas desde que se denunciara la desaparición de Damián Stefanini y una extraña llamada del gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi, no le gustó nada al Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires.
Granados cortó y le comentó al jefe de policía: «Colombi me pide que tratemos bien a Stefanini, como si ellos supieran más de la cuenta».
¿Quiénes son ellos? El poder en Corrientes es muy chiquito y todos conocen los secretos de los otros.
Stefanini prometía -a veces cumplía, otras veces no- si le entregaban un cifra de 2 millones de pesos (nunca menos que eso), traer dólares del Paraguay y él se los vendía a un cambio de entre 10 y 11 pesos por verde.
Una buena diferencia que se concretaba a las 72 horas de la entrega de la suma en pesos. Estando el «blue» a casi 15 pesos, el negocio era redondo. No decimos que Colombi estuviera involucrado en la maniobra, pero no la desconocía. Si se quedó con alguna entrega, ¿es causa posible de su desaparición? Difícil, para quienes hacían esa operatoria. No era una suma tan grande como para mandarlo a eliminar, puede ser una apretada para que devuelva el dinero pero no una acción como la que hicieron con Damián.
La operación fue una obra de expertos. Ya hay una convicción, el auto que aparece en las cámaras de seguridad estaba guiado por otra persona y no por el empresario. Cruzó todas las cámaras de seguridad pero cuando lo dejó a metros del contador sabía que no había domos. O sea, su rostro no aparece en ningún lado.
Dejaron toda la evidencia dentro del auto esperando que un ladronzuelo lo forzara, pero al final fue una vecina quien sospechó y avisó a la policía. Contratar profesionales de alta gama en el mundo del crimen para hacer esa operación significa que se trata de algo más que groso.
De paso, fue un aviso al contador dejarle el auto a metros de su casa.
Volvemos a otro punto extraño. El suegro de Stefanini -el mismo sospechado de prestar su arma para el crimen de Carlos Carrascosa- se presentó a La Plata junto con un jefe de prensa. No un abogado como se supone que se obra en estos casos, ¿para qué quería Horacio Ogni tener de testigo de la búsqueda de su yerno a un asesor de imagen y RRPP.
Los investigadores hacen un organigrama para ubicar las evidencias en su lugar y buscar huellas de antecedentes (se presume que en el auto no quedaron rastros genéticos de sus secuestradores, o sea, trabajo de expertos).
El gobernador de Corrientes sabe más de la cuenta, pero no puede ser llamado a testificar por ese extraño pedido de que «trataran bien» al empresario, como induciendo a creer que lo podía tener la policía.
El suegro de Stefanini está a punto de pisar el palito y demostrar que él también conoce más de la cuenta.
Hasta ahí podemos contar, tampoco vamos a avisarle en qué trampa puede caer si en realidad oculta cartas bajo la manga.
¿Qué un suegro se libre de su yerno porque el chico hizo mal las cosas? No sería la primera vez que suceda. Hay ciertos códigos en el mundo gansteril familiar que hacen recordar aquel episodio de Al Pacino en la saga de «El Padrino»: hasta un hermano que saca los pies del plato y… bang, bang, estás liquidado.
El asunto del barco lujoso en cuya construcción estaba involucrado Stefanini es un detalle no menor. ¿Qué se sospecha? Sí, lo que imaginás. Construir de entrada dobles compartimientos y toda esa ingeniería logística que los narcos de última generación saben hacer antes que se enteren las agencias anti drogas. Ya vamos a saber de dónde salía la cocaína 85 de pureza que se consume cada temporada en el paraíso VIP de Punta del Este.
Y ahora la sospecha que da título a esta historia. ¿Porqué decimos un crimen casi perfecto? Si el tema amerita una mano de obra experta, el nombre que salta en las mesas policiales es uno: Rodolfo José «El Ruso» Lohrman.
Con base de operaciones siempre en Corrientes, es el delincuente más buscado de la región, aportan 100 mil dólares por su paradero, y cuando una vez cayó en manos de «la Bonaerense» el mismo Lohrman puso 150 mil dólares y se fue caminando.
Un solo dato ilustrativo para no tener que escribir toda la historia de este personaje casi legendario en el mundo criminal. Podés ser enemigo de los peores umbandistas o sacerdotes maléficos del Planeta, pelearte con Dios, con el Diablo y hasta con la suegra del Diablo y aún así nunca tener miedo.
Pero si alguien contrata al «Ruso» para cobrarte una cuenta (tiene que haber fortunas de por medio, Lohrman no es barato), lo más seguro es que sientas terror. El ruso primero cava una fosa, y después ingenia toda la trama para llenarla y olvidate de que encuentren el cuerpo algún día. Lo lleva él personalmente así no hay testigos.
No decimos que tenga que ver con la desaparición de este empresario, pero de Corrientes al resto de Sudamérica (incluyendo Brasil y Paraguay), El Ruso (aunque su origen es alemán) es un experto en estos casos y como buen fantasma, una vez cumplida su tarea , desaparece y vuelve a mudar su aspecto, su rostro y su figura cambian como por arte de magia.
Nos gustaría que esta no sea la historia real, por el bien del empresario (aunque haya creído que las sabía todas) y de su familia desesperada.
Fuente: http://www.diarioveloz.com/notas/133821-damian-stefanini-secretos-un-crimen-casi-perfecto