La localidad enclavada en uno valle de los Alpes suizos, que recibirá esta tarde al presidente Mauricio Macri, es residencia de 10 mil habitantes, y permanece desde ayer copada por la Policía del cantón Graubünden y miembros del Ejército suizo armados hasta los dientes, que protegen los accesos a los cinco principales hoteles en donde se hospedan los jefes de Gobierno y Estado. Además, varios oficiales se camuflan con la nieve y se ubican, vestidos de blanco, en techos como francotiradores, recordando al visitante que Europa vive tiempos signados por el temor a un ataque terrorista. No es para menos: desde hoy hasta el viernes, este pequeño valle recibirá desde políticos de máximo nivel, como el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, o el flamante primer ministro canadiense, Justin Trudeau, hasta los banqueros de las entidades más grandes del mundo y líderes del mundo financiero, como el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi. También se harán presentes artistas, como el actor Leonardo di Caprio, galardonado ayer en la cena de inauguración por un «Cristal Award», premio que el Foro entrega a figuras que considera líderes comunitarios que aportan en temas como medio ambiente. «Aquí es donde se deciden muchas de las cosas que luego se verán ocurrir durante el año. Davos es cocina de muchos sucesos», comentan entre funcionarios de las Naciones Unidas, apostados en la ciudad para participar del foro. Además de funcionarios de la burocracia planetaria, también ocupan la ciudad profesores universitarios y economistas estrella, como Nouriel Roubini, famoso por sus predicciones catastróficas sobre el capitalismo global que luego se concretaron, quien, por caso, se reunirá con el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y con el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay. Por unos días, Davos (en alemán pronunciada acentuando la «o» final) se asemeja en cierta forma a las Naciones Unidas: por sus calles, hoteles y centros de prensa se escuchan todos los idiomas, desde el árabe hasta el indonesio, y se ven todas las fisonomías, con mujeres cubiertas por el velo islámico u hombres con turbantes estilo hindú. Davos amaneció con una copiosa nevada que luego se moderó, y terminó de pintar el ambiente de un blanco omnipresente, desde las calles hasta los techos de sus casas, manto de nieve que promete perdurar debido a los 2 grados bajo cero actuales, potenciados por la altura de esta villa turística (su centro, Davos Platz, está a 1560 metros sobre el nivel del mar). El pronóstico local indica que mañana podría dejar de nevar y salir el sol, que aparecería con todo su esplendor el viernes, cuando las actividades lleguen a su fin y Davos, hasta el año que viene, vuelva a la normalidad.
Davos, el centro de ski que una vez al año se convierte en la meca del libre mercado
Que opinas? Deja tu comentario