Los nazis estuvieron a pocos meses de obtener la bomba nuclear e incluso llevaron a cabo dos ensayos «con éxito», según el historiador alemán Reiner Karlsh, que había probado documentalmente la existencia de varios lugares de ensayos y laboratorios en lo que, para probar la «eficacia» de la nueva arma y su incidencia sobre los humanos, fueron utilizados centenares de prisioneros de guerra, entre ellos judíos, como ’conejillos de Indias’ nucleares. Karlsh había logrado reunir varios testimonios de pruebas nucleares realizadas el 3 de marzo de 1945 a las 21:20 horas y en octubre de 1944. La CIA también contaba con informes de un espía que estuvo en la zona en 1944 y que anotó, además de la existencia de varios campos de tiro, la entrada a un complejo sistema de túneles. Sin embargo, hasta ahora no habían aparecido pruebas físicas de tales trabajos, por lo que el hallazgo de al menos uno de los laboratorios nucleares de Hitler es la prueba final que corrobora la historia. Según el periodista austríaco Markus Rohrhofer, que ha publicado el descubrimiento en el semanario Der Standard, las excavaciones comenzaron después de detectarse niveles de radiactividad excesiva y aparentemente inexplicable en una zona de difícil acceso cerca de la población de St Georgen an der Gusen, hoy en territorio austríaco y parte de Alemania durante el Tercer Reich. Tras retirar varias capas de tierra y placas de granito con las que habían sido cubiertas las entradas, ha aparecido una gigantesca instalación subterránea formada por varios túneles y plagada de evidencias sobre su utilización por parte de los nazis. El documentalista Andreas Sulzer, a cargo de la investigación, ha explicado que, basándose en exploraciones geoeléctricas, todo apunta a que las instalaciones fueron edificadas aprovechando una cavidad de la montaña rocosa. Calcula que la extensión total del complejo es de más de 75 hectáreas, pero hasta ahora solo se han desenterrado salidas a tierra y muros de granito de gran espesor. Si el hallazgo se ha hecho público antes de poder mostrar algo más es por los «inexplicables» obstáculos que ha comenzado a poner la administración local alegando la falta de permisos administrativos para las excavaciones. Los nazis comenzaron a trabajar en su proyecto nuclear en 1939 sobre los trabajos del químico Otto Hann sobre la fisión nuclear. Reclutaron para el proyecto a sus más importantes científicos, como Karl Fiedrich Waizker y el Nobel de Física, Werner Aizenberg, que en 1941 descubrió las cualidades explosivas del plutonio. En paralelo y bajo el paraguas administrativo de la Wermacht, trabajaba con el mismo objetivo otro equipo liderado por el científico Kurt Dibner, que llevó a cabo experimentos nucleares muy cerca del campamento militar de Ordork en Turingia. En el caso de St Georgen an der Gusen, se sospecha que los laboratorios estaban conectados con el campo de concentración de Mauthausen-Gusen y la fábrica subterránea B8 Bergkristall, lugar de fabricación del Messerschmitt Me 262, el primer caza a reacción, y el descubrimiento podría ayudar a rebatir las conclusiones de las denominadas «conversaciones de Farm Hall» del año 1945. Al concluir la guerra, los científicos alemanes que habían colaborado en el proyecto de la bomba atómica fueron conducidos a esta localidad inglesa y los interrogatorios fueron clasificados como ’top secret’, tardando 47 años en publicarse. Según esas actas, los científicos al servicio del Tercer Reich nunca llegaron a ser capaces de fabricar un reactor nuclear y tampoco sabían cómo calcular la masa crítica de una bomba.
Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2014/12/29/54a15c9622601d7d018b457d.html