Tras dos días de reposo por el cuadro de baja presión que sufrió el miércoles, Cristina de Kirchner retomó este viernes la actividad en la Casa Rosada con un acto de homenaje al Gaucho Rivero, en el que defendió la actuación de los jóvenes en la militancia y sostuvo que su intención es «pasar la posta» a las nuevas juventudes.
Durante el discurso en el que recordó la actuación del Antonio «Gaucho» Rivero, quien lideró en 1833 una rebelión contra la ocupación británica de Malvinas e izó por primera vez la bandera nacional en las islas, también reveló partes de la charla que mantuvo con María Cristina Verrier, la única mujer que formó parte del «Operativo Cóndor», por el que el 28 septiembre de 1966, 18 jóvenes peronistas secuestraron un avión de línea y lo obligaron a aterrizar en Malvinas con la intención de recuperar el control de las islas.
En referencia a esos dos hechos, afirmó: «Quiero homenajear en el ‘Gaucho’ Rivero a todos los que vinieron después de él e hicieron su hazaña de distintas maneras. Pero hoy la hazaña la tenemos que hacer los 40 millones de argentinos y el mundo civilizado, para definitivamente devolerle a los argentinos lo que es de los argentinos, nuestras Islas Malvinas», expresó la mandataria, en referencia al reclamo de soberanía.
Por otra parte, a partir de la reivindicación de la figura de Rivero y del «Operativo Cóndor», sostuvo que la revisión de la historia persigue el objetivo de » ir mostrando, explicando para que nunca más tengamos una sola información, una sola mirada de la historia, las discutimos y las debatimos, todos tuvieron un lugar en la historia. Lo único que pretendemos que también surjan los que protagonizaron la verdadera historia y siempre fueron muy jóvenes y muy humildes, los que la protagonizaron». En ese momento, aprovechó para volver a criticar la iniciativa del gobierno porteño, que habilitó un 0800 para la denuncia de «intromisión política» y enfatizó que «miles de jóvenes pese al 0800 están descubriendo todos los días» la militancia.
En ese sentido, defendió la militancia, y destacó que «hoy son los jóvenes que van a pintar escuelas, que van a las cárceles, a los barrios, que van a militar, que van tratando de llevar ideas, no importa la agrupación a la que pertenecen».
También sostuvo: «Quiero pasar la posta para las nuevas juventudes». Y agregó que «las grandes transformaciones, la historia la movilizan los jóvenes«. «Es la ley de la vida y es maravilloso, es maravillo que tengamos a miles de jóvenes pintando banderas y pintando escuelas», insistió para remarcar el trabajo de los militantes K y escaparle a quienes critican los talleres de política en los colegios.
En referencia al trabajo de los jóvenes en escuelas y barrios agregó que «merece la pena ser resaltados», aunque en tono de broma y en un guiño a la historia de la «Operación Cóndor», señaló: «Que a nadie se le ocurra desviar una avión de Aerolíneas a ninguna parte».
También en sorna, afirmó que «a algunos viejos le molestan los jóvenes, ojo que cuando digo viejos no hablo de edad cronológica, porque hay algunos que son jóvenes pero de acá -llevándose el dedo índice a la cien- deben tener tres siglos».
Cóndor
Gran parte del discurso de Cristina, giró también en torno al grupo de de jóvenes militantes, obreros y sindicalistas, que en 1966 desvió el avión Aerolíneas Argentinas y aterrizó en las islas Malvinas, donde durante 36 horas hicieron flamear siete banderas argentinas.
La Presidente mostró un sombrero que le dio «en custodia» María Cristina Verrier, que contenía las banderas que se enarbolaron en las islas, que en total fueron siete. Cristina detalló que, como Verrier se lo pidió en una carta y personalmente durante una reunión que mantuvieron en la residencia de Olivos, una de las banderas «ya está con él», en el mausoleo que guarda los restos del ex presidente Néstor Kirchner en Río Gallegos.
En tanto, la Presidente señaló que otra de las banderas «irá a la Virgen de Itatí, en Corrientes como me pidió María Cristina».
«El resto de las banderas van a ir una al Museo de las Malvinas que vamos a inaugurar el año que viene; otra al Museo del Bicentenario; otra para el Patio Malvinas Argentinas que está aquí (en la Casa de Gobierno) y otra tiene que estar en el Congreso Nacional», precisó.
Agregó que «la séptima, por pedido mío, irá a la Catedral de Luján, consagrada a la Virgen de Luján que es la patrona de todos los argentinos».
El miércoles 28 de septiembre de 1966 un grupo de 18 jóvenes tomaron el control del vuelo 648 de Aerolíneas Argentinas, que había despegado del aeroparque Jorge Newberry hacia Río Gallegos, en lo que fue el inicio del Operativo Cóndor.
Dardo Cabo, en ese momento de 25 años, quien diez años después, durante la dictadura militar, fue asesinado, fue el jefe del comando.
Lo secundaron Alejandro Giovenco, María Cristina Verrier, Ricardo Ahe, Norberto Karasiewicz, Aldo Omar Ramírez, Juan Carlos Bovo, Pedro Tursi, Ramón Sánchez, Juan Carlos Rodríguez, Luis Caprara, Edelmiro Jesús Ramón Navarro, Fernando José Aguirre, Fernando Lisardo, Pedro Bernardini, Edgardo Salcedo, Víctor Chazarreta y el director del diario Crónica, Héctor Ricardo García.
En Puerto Rivero -después sería Puerto Argentino- Dardo Cabo firma el siguiente comunicado: «Operación Cóndor cumplida. Pasajeros, tripulantes y equipo sin novedad. Posición Puerto Rivero, Islas Malvinas, autoridades inglesas nos consideran detenidos. Jefe de Policía e Infantería tomados como rehenes por nosotros hasta tanto gobernador ingles anule detención y reconozca que estamos en territorio argentino».
Los jóvenes descendieron del avión y desplegaron siete banderas argentinas: cinco en los alambrados, una en el avión y otra en un mástil.
La nave fue rodeada por varias camionetas y más de cien isleños, entre soldados y milicianos de la Fuerza de Defensa.
El 30 de septiembre, tras permanecer en el avión y luego de muchas negociaciones, los jóvenes abandonaron la nave siempre y cuando fueran acogidos por las autoridades de la Iglesia Católica de las islas, y así fue.
El viaje desde las Malvinas hasta Tierra del Fuego se extendió desde las 19:30 del 1 de octubre hasta las 3 de la mañana del 3 de octubre, cuando llegaron a Ushuaia. Luego vino un proceso judicial por parte del gobierno de facto de Juan Carlos Onganía.
Quince de ellos fueron dejados en libertad luego de nueve meses de prisión, en tanto Cabo, Giovenco y Rodríguez permanecieron tres años en prisión debido a sus antecedentes políticos como militantes de la Juventud Peronista. Fuente > http://www.ambito.com