(CNN) — Estaba extremadamente contenta durante las vacaciones hasta que Facebook me dio un doble golpe en el estómago.
Entre las primeras cosas que me percaté al abrir mi laptop fue que un amigo había comentado en las fotografías de mi exprometido; un ex del que no soy amiga en Facebook, en el que solo pienso ocasionalmente y al que no le he hablado en más de cuatro años.
No había ningun otro lugar en el que debía estar y sentía curiosidad. Así que le di clic con una mano, mientras sostenía mi café latte con la otra.
Rayos, hubiera deseado no hacerlo.
Frente a mí había fotografías de una boda. Y sin importar cuánto tiempo haya pasado y lo bien que sabía que él y yo no éramos el uno para el otro, las náuseas se apoderaron de mí; y luego vino el estallido breve de lágrimas. Verás, una cosa es escuchar que tu exprometido se casó y, otra, es descubrirlo mientras era abofeteada con su imagen besando a su hermosa novia.
En ese momento, antes de que pudiera estar genuinamente feliz por él, era una mujer de 43 años que odiaba Facebook. Pero gracias a mis amigos que supieron de mi experiencia a través de Facebook (sí, noto la ironía), rápidamente me di cuenta de que no estaba sola. Muchos otros habían tenido esos momentos en los que, en pocas palabras, Facebook apesta.
Por supuesto, están los exnovios, incluyendo quienes dijeron que no querían tener hijos pero ahora sostienen a recién nacidos. Pero también considera a aquellos lidiando con la infertilidad, quienes son sorprendidos con fotografías de ultrasonidos y anuncios de bebés. O a la recién divorciada madre de tres hijos que trabaja para construir una nueva vida normal pero es derribada cada vez que ve álbumes de vacaciones de familias felices, aparentemente perfectas e intactas. ¡Ah!, y no te olvides del chico con una carrera derrumbada que debe ver cómo se dispara la carrera de otro.
No puedo evitar pensar en los chicos de veintitantos años que corren de aquí para allá en los cuarteles de Facebook, demasiado jóvenes para conocer el dolor de no poder tener hijos o los matrimonios fallidos de varias décadas.
¿Qué saben sobre ese tipo de desafíos en la vida?
A un amigo de la universidad, quien como yo no era amigo de su ex, le fue peor. Su exnovia se casó dos veces, en dos continentes diferentes, y entonces (justo cuando pensó que estaba en una zona segura), su expareja tuvo una recepción adicional.
“No podía escaparme”, dijo. “Persistió en mí y no podía salir”.
Y en el mundo actual de Facebook, añadió, no es suficiente moverte del dolor a la aceptación. También sentimos presión de hacer “me gusta” a lo que vemos.
“Si estuviera hablando con un amigo y dijera, ‘estoy bien. Ya lo superé. Estoy feliz por ella’, y él sacara una fotografía de ella en la playa con su vestido de novia y dijera, ‘¿Ah sí? Ve esto. ¿Ahora cómo te sientes?’ Probablemente tendría que golpearlo”, escribió.
Por supuesto, Facebook ofrece opciones de configuración de privacidad y formas para bloquear a la gente, que puede ser tranquilizante si, a diferencia de mí, puedes mantenerte al día sobre cómo funcionan. Pero te guste o no, en un mundo donde ser parte de Facebook parece ser algo sin escapatoria, hay una nueva realidad. Es una en la que pequeñas dagas personales pueden ser lanzadas hacia a ti cuando menos las esperas.
Un experto en redes sociales, que se negó a ser nombrado pero trabaja para ponernos en esa red (sí, noto la ironía), dijo esto en respuesta a mis preocupaciones.
“Por cada exnovia desanimada por la fotografía de un exnovio hay familias reunidas, donaciones de riñón ofrecidas, viejos amigos reconectándose, reuniones de familia planeadas”, escribió en un correo electrónico.
“Solo porque Facebook existe no significa que hay un nuevo problema; las mujeres con problemas de infertilidad no pueden evitar ver a mujeres embarazadas en la calle o tampoco ver a bebés en carriolas, y las personas recién divorciadas o que acaban de romper con alguien no pueden evitar ver a parejas felices en la banqueta”.
Puntos fantásticos, por supuesto. Me he beneficiado de todo lo que es bueno y poderoso de Facebook. Ni siquiera culpo a la empresa. Sólo reconozco formalmente que a veces, bueno, puede apestar. Puede arruinarte la cabeza y corazón en una forma en la que los extraños en la calle no pueden.
La feliz pareja que se besa en la banqueta virtual de Facebook puede incluir al ex. La novia, sonriente, que se pasea por Facebook en el brazo de otro hombre puede ser la que te arrancó el corazón y lo pisó. Y esas nuevas mamás empujando carriolas en Facebook, las que tienen fotografías perfectas de ultrasonido y fueron capaces de terminar su embarazo, pueden ser las chicas de la preparatoria que te hicieron sentir insegura, las compañeras de cuarto de la universidad con las que alguna vez competiste, las primas que parecía que tenían todo cuando tu seguías luchando.
“Facebook es un lugar feliz, para personas felices, publicando momentos felices”, dijo un amigo, quien ha tenido un año difícil. “Así que cuando estás en una situación de vida difícil, puede volverse un lugar terriblemente doloroso para visitar”.
Muy cierto, pero la cosa es que cuando me abofetearon con las fotografías de boda de mi exprometido, estaba en un lugar feliz; nada cerca de una situación difícil de vida. No tenía razón para evitar la visita. Fue el momento Facebook lo que me puso en un lugar doloroso.
Como quitarte un curita, escuché las noticias de su matrimonio y vi la prueba en segundos. Y, francamente, apestó.
La buena noticia es que, me recuperé rápidamente. Media hora después, estaba bañándome en la luz del sol y honestamente puedo decir que estaba feliz por él.
Pero lo sé, tuve suerte. Hay muchos otros para quienes los golpes de Facebook duran más. Por esa misma razón, no me puede “gustar” esa parte de nuestra nueva realidad.