Por Jorge Asís
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A Néstor Kirchner, El Furia extinto, y a Héctor Magnetto, El Beto, hay que reconocerles dos méritos. Recíprocamente complementarios.
A El Furia hay que reconocerle el mérito de haberle puesto el primer límite al Grupo Clarín.
El frontón que no pudo oponerle Videla, Alfonsín, Menem ni -menos aún- Duhalde.
Para frenar al Grupo que amenazaba, en la práctica, con ser más fuerte que el propio Estado.
Pretendía gobernar. Conducirnos.
Por su parte a Magnetto, al Grupo Clarín, hay que reconocerle el mérito de representar, en la actualidad, el otro límite. Haberse transformado en el otro frontón.
Ante la sociedad hastiada, sin representación política, hoy Clarín signa la contención de la aplanadora cultural del cristinismo.
De la manga de desbordados que, con Nuestra César, la heredera, al frente, deciden “ir por todo”. Con tan poco.
Para quedárselo.
La construcción para la destrucción
La construcción del Grupo Clarín, como el enemigo principal, fue el acierto político de El Furia que Cristina, Nuestra César profundizó.
El acierto dejó, en el costado de la intrascendencia, al abanico inofensivo de la oposición.
Como si ambos, Los Kirchner y Clarín, no hubieran sido, en el fondo, socios.
Cristina baila la música de ClarínEl romance se extendió desde el 2003 hasta mediados del 2008. Con las rispideces de cualquier matrimonio. Hasta que, unilateralmente, El Furia decidió divorciarse.
No fue abandono del hogar. Lo echó a Clarín del palacio. Para someterlo al escarnio, la humillación pública.
Le pusieron cartelitos. Le despojaron el fútbol. Le sacaron -lo peor- la Ley.
Lo buscaron tanto, al humillado Grupo Clarín, como enemigo, que finalmente lo encontraron.
Pero bastó con la portada del domingo para que la escuadra de Nuestra César se desoriente en la semana. Para extraviarse, los suyos, entre las justificaciones grotescas.
La publicación sobre los presos que participan de los “actos culturales del cristinismo” produjo -ante la sociedad aterrada por la inseguridad- el espanto máximo. El perjuicio superior.
Debió incendiarse, con explicaciones, el ministro Alak. Poner el cuerpo y el relato para cubrir las chiquilinadas que se le atribuyen, según nuestras fuentes, al vice ministro Álvarez. Pilar de la Agencia de Colocaciones La Cámpora.
Cristina baila la música de ClarínPero también Nuestra César cayó en el error de explicar.
Y en política, por lo general, “aquel que explica pierde”.
Desmentir, en periodismo, significa informar dos veces (Enseñanza del “Maestro” Cotumacchi, en los setenta).
La cuestión que hoy Nuestra César baila con la música que le suele tocar Clarín. Como en el papelón de Angola. O en Tecnópolis. O en la murga de la prisión.
Nuestra César decide pelearse frontalmente con Clarín. Como si fuera El Diablo, con La Ley como guadaña. Pero pronto El Diablo le diseña la agenda. Le marca el ritmo del baile. Todo -pobre- mal. Anda a los saltos y los tumbos.
Como decidió pelearse también con Scioli, el Líder de la Línea Aire y Sol.
Pero pronto Aire y Sol -con “fe y esperanzas, siempre para adelante”- también supo marcarle la cancha.
Y hoy la derrota. Hasta con los guarismos de las encuestas.
La política secuestrada
“El conflicto entre el Gobierno y Clarín tiene secuestrada a la política”.
Lo confirma Vernet, el pensador positivista de Rosario.
Trátase del divorcio que banaliza la totalidad del sistema.
El resto queda como en el box. Segundos afuera.
Cristina baila la música de ClarínLas tensiones se concentran en las dos puntas que estiran la cuerda.
Los otros actores sólo están en estadio para mirar. Mantienen el triste destino de butaca.
O peor: suelen deslizarse en el equívoco de apoyar a cualquiera de las dos patologías.
O se está con Cristina o con Clarín.
“Va a costar liberarla. A la política secuestrada”.
Los patriotas
Con el manejo del Estado, hoy Nuestra César quiere destruir a Clarín. Para dominar.
Y El Beto, el convaleciente que revivió gracias al conflicto, con el manejo de Clarín, se defiende con los contraataques devastadores. Cuando hubiera querido, en el fondo, “arreglar”. Como si evocara, melancólicamente, la temporada del romance.
Cuando con frecuencia Magnetto -con o sin Rendo- iba a compartir los churrascos cordiales. Con El Furia.
Lo que se trata, durante la pelea, es demasiado público. Gravitante sería exactamente conocer las cuestiones patrióticas que trataban, Los patriotas, durante los churrascos. Los negocios.
Cuando a El Furia lo llamaban, afectuosamente, “El Presi”.
Es anecdótico saber por qué demonios Los Patriotas se pelearon.
O por qué El Furia, unilateralmente, después de haberlo usado, por adelante y por detrás, decidió masacrarlo. Arrojarlo a El Beto por usado. Elemento descartable.
“El Furia, como ustedes lo llaman, era difícil. Prometía la zanahoria de la fusión Cablevision Multicanal, pero no sólo quería participar del negocio -confirma la Garganta-. Quería quedarse con la empresa. Como si Clarín fuera otro casino. Otra YPF”.
Para la Garganta, para colmo, “Magnetto era insaciable”. Y Kirchner lo confundía. No podía tratarlo como si fuera Videla, Alfonsín, Menem, o, sobre todo, Duhalde. Costaba envolverlo. Ablandarlo con alguna puntita informativa.
“Clarín acostumbraba ponerte un poco la puntita y enseguida te la sacaba”, prosigue la Garganta. “Para clavarte en la primera de cambio”.
Cristina baila la música de ClarínPero el jueguito del apriete, con El Furia, no pasaba. Le mostró su virulencia cuando le sacaron, aquel domingo de 2007, en portada, que la Iglesia se oponía a la instalación del Casino en San Isidro. Para hacer, del hipódromo, otro amontonamiento de maquinitas de Cristóbal, como en Palermo.
Era información. Con protestas del Obispo Casaretto. Pero para El Furia era un apriete.
“Todavía Magnetto no tenía firme, en el bolso, la fusión, pero ya se te venía por las acciones de Telecom. ¿Cómo lo parabas?”.
Destinos similares. El Charol
Como Hugo Moyano, El Charol, Magnetto fue el otro socio para la magnífica aventura del crecimiento de Los Kirchner.
Hoy comparten, El Beto y El Charol, el destino similar. Ser construidos para la destrucción.
“Nunca hay manera de arreglar, Asís, con quien sólo quiere pelearse”, confirma la Garganta.
Ni Magnetto ni Moyano -los socios de El Furia-, a esta altura pueden “arreglar” con La Heredera.
Nuestra César es aún peor que El Furia. “Más brutal”.
Tampoco El Beto y El Charol pueden adoptar la conmovedora actitud de Scioli.
El líder de la Línea Aire y Sol es, precisamente, quien la atormenta más.
Con su pacifica docilidad, Aire y Sol hasta la domina. La lleva al colegio de la única manito. “Le compra en el quiosco la bananita Dolca”.
A la larga, Nuestra César se lo va a llevar puesto a Aire y Sol. Pero aún aguanta, adentro. En superior estado atlético que El Beto y El Charol, que se quedaron afuera. Con la confrontación (que no desean).
Cristina baila la música de ClarínEl conflicto, por último, banaliza el sistema mediático.
Resultan deprimentes las peleas de semi-fondo de los periodistas. Como Jorge Lanata y Victor Hugo Morales. Cuando es demasiado perceptible que el combate de fondo lo libran Nuestra César y Magnetto.
Jugarse por alguno de los dos contendientes es, menos que una opción ideológica, un error.
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