Como es tu jefe?

Como es tu jefe?

¿Alguna vez oyeron «el que sabe sabe, y el que no, es jefe»? No por nada, los supervisores en las series de televisión suelen ser idiotas o simplemente crueles: Los Simpson, The Office, Los Picapiedras son sólo algunos ejemplos.

El 16 de octubre, se celebra en los Estados Unidos el Boss Day, un día para felicitar al jefe. Pero un estudio de la Universidad de Florida asegura que el 30 por ciento de los trabajadores sienten que sus jefes son abusivos y capaces de cometer errores a propósito solamente para molestarlos; y el 29 por ciento llama para decir que está enfermo cuando no lo está.

Es que durante una entrevista, el jefe puede elegir al candidato; pero nosotras no podemos elegir a nuestro jefe. Salimos de la entrevista pensando que era «divino». Pero bien lo dijo Forrest Gump: los jefes son como una caja de bombones, ¡nunca sabemos qué nos puede llegar a tocar! ¿Cuál es el tuyo? Mirá los tipos de «jefe» que circulan:

Maternal

Su frase de cabecera es: «Se hace porque lo digo yo y punto, ¿te animás a contradecirme?». Aunque sabemos que en el medio se da cuenta de que estaba equivocado, prefiere seguir el camino hasta el final. Eso sí, cuando el tema «explote en su cara», ¿los responsables? Nosotras. «El equipo.» Quienes le advertimos ochocientas veces en cada paso del camino que eso sucedería.

Conservador

Odia los cambios. «Todo se viene haciendo así y sale muy bien.»¿Mejoras? No. ¿Avances? No. «Pero eso se podría hacer mucho mejor…» ¡Chito la boca! Se seguirá haciendo como se hace. Pensamos que nos habían contratado para que trajéramos nuevas ideas y eficiencia a la empresa, pero no: aunque nos diga que hagamos brainstorming, a la vez nos pone el palo en el camino.

Contradictorio

Es el primero que nos dice: «Llegaste tres minutos tarde», cuando todos los días llega para almorzar. Son conocidos por sus largos discursos sobre el trabajo en equipo, «ponerse la camiseta», los valores, «mi puerta está siempre abierta» y todos los clichés que existen en el mundo laboral. Pero vamos a preguntarle algo, ya que «su puerta está siempre abierta» y… está ocupado.

Déspota

Son moneda corriente los mails en mayúscula con degradaciones que comienzan con: «¡Un mono podría haberlo escrito mejor!», los llamados teléfónicos con gritos desde el «hola» hasta el «sí, por supuesto, hasta luego» y las idas y venidas a nuestro escritorio suspirando humillaciones y golpeando puertas y escritorios. Claramente, quiere marcar que ÉL es el jefe y nosotras, las pobres subalternas a sus pies.

Desestimulante

Nos podemos quedar hasta las 3 am trabajando, tomar las responsabilidades de toda la oficina, hacer envíos con nuestro propio auto para acelerar el tiempo porque no hay más cadetes y cancelar Pilates para llegar con una entrega. Y… ni un «gracias». Ni figurita ni palmadita ni miradita. Nada. No lo valora. Dejamos nuestra vida por nada. Genial.

Ausente

Porque viaja mucho, porque está siempre ocupado o Dios sabe por qué. Está en reuniones, tal vez realizando gestiones o simplemente «ocupado» en nadie sabe qué, pero en la oficina, jamás. ¿Somos libres, entonces? ¡No!, porque tampoco le gusta la anarquía. No nos convirtamos en hippies. Entonces, sí, chicas, ¡respeto por quien nunca está!

Endiosado

Está acá, allá y en todos lados. Es el jefe «controlador». Nada puede salir sin que él esté copiado. Hasta el más mínimo comunicado tiene que ser aprobado por él antes de que salga. Aunque se atrase todo una semana y luego, ¿la culpa? Nuestra. Si es nuestra responsabilidad, claro. ¿Y si algo necesita una resolución ya? «Cri cri»… Claramente, aterrado de cometer un error.

Laburante

Similarmente a lo que sería un TOC, no puede parar de contarnos de dónde vino y cómo lo logró. Y así, piensa que se las sabe todas y tiene «trayectoria». ¡Alguien que le explique que haber trabajado diez años en la redacción de una revista de chimentos no es trabajar en Política de un diario con el estrés de un cierre! Respiramos hondo y se la dejamos pasar, por enésima vez.

Mala onda

Lo llamamos con 40 grados de fiebre para avisar que estamos delirando y que no podemos ir a trabajar. Pero ¿estamos seguras de que en una horita no nos sentimos mejor y ya agarramos la computadora, al menos desde casa? «Bue, ¿cuándo pensás que te recuperás?» Simple: le importamos un pepino, y todo lo que no sea trabajar como un robot 24 horas del día, 365 días al año, le cae mal.

Indeciso

Duda, revisa todas las variables y constantes, duda y vuelve a revisar. Pero cada vez vuelve a dudar y opta por repasar. Invertimos horas trabajando en un informe que quedó perfecto, pero ante sus ojos no sirve. «Y si agregamos…», sugiere. ¿Cuál es nuestro problema?, ¿no queremos trabajar? No, es que es totalmente al vicio. ¿Meticuloso o inepto?

(Experta consultada: Lic. Marina D’Angelo, psicóloga).


Fuente: http://www.revistaohlala.com

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