Sin que se pueda hablar de un problema de desabastecimiento generalizado, los supermercados argentinos muestran cada vez más faltantes de productos. En la mayoría de los casos, las dificultades se explican por las políticas oficiales en materia de controles de precios, que tornan menos atractivo al mercado local frente a la posibilidad de exportar o que llevan a los fabricantes a priorizar el desarrollo de nuevas líneas que no están alcanzadas por los topes de aumentos que fija el Gobierno.
El aceite es el que lidera los problemas en el abastecimiento, con la paradoja de que los supermercados de países vecinos muestran un grado de surtido de aceite argentino mucho más alto que el que se consigue en un comercio de aquí, aunque los problemas de faltantes se extienden cada vez a más rubros: desde yerba mate hasta cereales pasando por café instantáneo y líneas de tocador.
Cuando quiere comprar sus marcas preferidas de aceite a la posadeña Rosa Tittolo no le queda otra opción que cruzar el puente Roque González y acercarse hasta cualquier supermercado de Encarnación, la ciudad paraguaya que se levanta frente a la capital misionera. A Rosa no la mueve el afán de ahorro -de hecho, el mismo aceite que en la Argentina tiene un precio máximo de $ 7,83, en Paraguay se vende a más del doble- sino un tema de disponibilidad, ya que desde hace tiempo es más fácil encontrar varias marcas argentinas de aceite en Paraguay que en nuestro país. “Acá me cuesta cada vez más encontrar marcas como Natura y tengo que cruzarme a Encarnación, dónde siempre están y además las compro sin cupo”, explica Rosa.
En el sector explican que las dificultades para encontrar marcas argentinas de aceite en el país no se deben a un problema de logística en la cadena de abastecimiento sino a los controles oficiales en materia de precios. De hecho, el aceite es uno de los pocos productos que figura con el precio en el envase, aunque en los hechos estos valores sólo los respetan las cadenas de supermercados. En los comercios de barrio, cuando se encuentra el producto figura con una etiqueta pegada a mano tapando el precio original del envase y un valor que suele ser un 40 por ciento más caro que el tope fijado por Guillermo Moreno.
El caso del aceite es el emergente más claro de un proceso de desabastecimiento que afecta a un número relevante de artículos de la canasta familiar, como producto de una conjunción de factores que van desde los controles de precios que impone el Gobierno hasta las restricciones a las importaciones o problemas sindicales. De acuerdo con un estudio que elabora GS1, la asociación que reúne a los principales supermercados y grandes proveedores para el desarrollo del sistema de código de barras, este año el nivel de faltantes en las góndolas argentinas alcanzó al 13,5% de la oferta, cuando en mercados desarrollados el porcentaje no supera el 8 o 9 por ciento.
En la mayoría de los casos, detrás de los faltantes se encuentra la decisión de las empresas fabricantes de reducir sus ventas por una cuestión de rentabilidad. “Muchas empresas no nos están abriendo cuentas y, por lo tanto, no nos entregan producto, con lo cual la única opción que tenemos es ir al mayorista, donde tampoco es fácil encontrar el producto. Esto nos empezó a pasar con las aceiteras, pero en el último tiempo se extendió a otros rubros y hoy lo estamos sufriendo con especial fuerza en gaseosas”, señaló Yolanda Durán, presidenta de Cedeapsa, la cámara que reúne a los autoservicios chinos.
Por su parte, el economista Jorge Todesca afirma que los faltantes de productos son inevitables cuando los controles de precios abarcan a todas las líneas de una empresa. “Un fabricante puede aceptar congelar el precio de un producto si gana con el resto, pero cuando los controles se quieren ejercer sobre toda la gama, tarde o temprano empiezan a multiplicarse los faltantes en las góndolas.”
Vías de escape
Desde hace más de un mes, Francisco Fernández dejó de conseguir los Quadritos de avena, que compraba en Carrefour o en Disco. En la empresa fabricante explican los faltantes a partir de un cambio en la estrategia comercial de su negocio y una decisión de priorizar otras presentaciones, pero también admiten que parte de la producción se importaba desde México y ahora no la están trayendo más.
Diferente es el caso de las galletitas Toddy, que comenzaron el año con muchos faltantes, aunque en este caso no hay que echarle la culpa a la política de Moreno, sino a la explosión que vivió la demanda, superando todos los cálculos de Pepsico, la empresa fabricante.
En muchos casos, detrás de los problemas para encontrar algunos productos se encuentra una estrategia comercial por parte de los fabricantes, que priorizan el desarrollo de líneas premium como una manera de eludir los controles de precios.
Para autorizar cualquier aumento de precios, Moreno implementó un esquema de subas diferenciales, por el que clasifica los artículos en tres categorías: “masivos”, “selectivos” y “premium”. A cada una se le autorizan diferentes incrementos -de entre 2 y 4%, para los masivos; de 5 a 7%, para los selectivos, y de 7 a 9%, para los premium-, con la premisa de proteger el poder de compra de los segmentos de menores ingresos.
La primera consecuencia de esta política es la multiplicación en las góndolas argentinas de productos exclusivos o con un aditivo especial, como el aceite de oliva para niños, el dulce de leche de estilo colonial, la manteca con vitamina E o las ediciones especiales de una marca de detergente.
Y la segunda es que cada vez cuesta más encontrar las presentaciones tradicionales o más comunes, en las que los aumentos autorizados por el Gobierno son más reducidos.
A la lista de causas de estos faltantes puntuales, hay que agregar los problemas sindicales. El caso emblemático fue el de Kraft Foods, que en 2009 enfrentó una larga huelga en su planta de Pacheco, lo que se tradujo en problemas de abastecimiento. Sin alcanzar estos niveles de conflictividad, la historia se repite con otras empresas de consumo masivo.
Desde hace varios días, la cadena de supermercados mayorista Maxiconsumo tiene tomados un par de locales, mientras que en las últimas semanas el sistema Coca-Cola sufrió algunos problemas de distribución en varias plazas del interior del país, como Rosario y Salta, debido a conflictos sindicales en sus plantas embotelladoras.
Otro de los rubros que amenaza con volver a convertirse en un problema en materia de abastecimiento es el de la yerba mate. Hace seis meses, la decisión del Ministerio de Agricultura de disponer una suba del 100% en el precio de la materia prima que usan los molinos yerbateros hizo que muchas empresas fabricantes retuvieran el producto a la espera que desde la Secretaría de Comercio Interior les autorizaran una suba de precios para su cartera de productos.
Ahora, la amenaza no proviene de un tema de precios, sino de factores climáticos. La cosecha misionera de yerba matera acaba de terminar con una merma de 15% y, según anticipan en el sector, la falta de materia prima podría provocar que durante el verano vuelva a escasear la yerba en las góndolas porteñas.
Una percepción compartida por los comercios
Los datos duros sobre faltantes en las góndolas son confirmados por las percepciones que tienen tanto los consumidores como los comerciantes. En el primer caso, según el estudio de GS1, casi uno de cada cuatro clientes aseguró que no encontró todos los productos que buscaba la última vez que hizo las compras. Ante la imposibilidad para encontrar el artículo que quería, el 30 por ciento de los consumidores optó por llevarse otra marca o artículo.
La historia se repite del otro lado del mostrador, ya que un sondeo realizado por la consultora NCC, entre más de 500 pequeños comercios minoristas, dio como resultado que el 48% de los comerciantes afirmó que tenía problemas por la falta de productos, y las categorías más afectadas son lideradas por golosinas y aceites.
FUENTE: lanacion.com.ar