Dicen que «de padres inseguros se crean niños inseguros», afirmación que no está muy alejada de la realidad. No hay que olvidar que los hijos son un reflejo de lo que hacen y dicen sus padres.
Sin embargo, vivimos en un mundo cada vez más competitivo y muchos padres muestran gran interés por lograr que sus hijos sean más seguros y autónomos, pero no saben cómo conseguirlo. Desde la Dirección de Familia de la Comunidad de Madrid, aconsejan seguir una serie de pautas:
—Es importante crear un ambiente cordial y relajado, donde el buen humor y las risas estén presentes.
—Los padres deben transmitir su confianza a los hijos. Hay que reconocerles lo que hacen bien, su esfuerzo, y al tiempo animarles ante las dificultades y manifestarles que estamos seguros de sus posibilidades para lorgrar los objetivos marcados.
—Es necesaria una actuación conjunta de padres y educadores para unificar criterios e implicarse en los niños día a día.
—Hay que ayudar a los hijos a ser realistas. No hay que ver la realidad como una limitación, sino como un hecho que debemos conocer para asumirlo y, cuando sea factible, superarlo.
—Conviene actuar con convicción, calma, decisión. El diálogo es imprescindible. Para los niños, un padre convencido es un padre que transmite seguridad, y este sentimiento es tan fuerte que prevalece en ellos, incluso cuando, en ocasiones, vean que sus padres se equivocan.
—Les mostraremos la importancia y el valor del esfuerzo y si finalmente no logran el objetivo, se les reconocerá su tesón.
—Es importante que escuchen cómo sus padres hablan en conversaciones con otras personas lo contentos y satisfechos que están con sus hijos.
—Hay que ayudarles a aceptar las peculiareidades de cada persona, las facilidades y dificultades que puedan tener en los diferentes ámbitos para que lo asuman como algo consustancial al ser humano.
—Es aconsejable que se valore al máximo su forma de relacionarse con los demás, de manera que se potencie su capacidad para escuchar, compartir y generar sentimientos de amistad y afecto.
—Se debe ayudar a los hijos a que asuman las rectificaciones como un hecho natural, sin dramas, y enseñarles que de cada fallo se presenta una oportunidad para aprender y crecer.
Fuente: http://informe21.com