«Nos salvamos de milagro». Juan Ochoa, Gustavo Centurión y Jonathan Melo, tres de los empleados de seguridad de River que fueron salavajemente agredidos por la barra brava de Boca hablaron con Clarín y coincidieron en que «no hubo muertos en la tribuna porque algunos hombres mayores frenaron a los barras». El relato del horror que vivieron en la popular visitante del Monumental.
«La orden que teníamos era la de entrar a la popular 20 minutos antes de terminar el partido para empezar a planificar el rastrillaje de salida. Antes de subir vinieron dos tipos enormes y le dijeron a los que estaban en los paravalanchas que nos dejen subir tranquilos. Justo hizo el gol River y nos empezaron a pegar. Se desquitaron con nosotros y nos tiraron por los escalones. A un compañero lo dejaron inconciente y le seguían pegando en el piso. ¿Cómo hacés para frenar a esos salvajes que eran cientos contra 15?’», relata Juan Ochoa, de 28 años.
Los empleados de Tech Segurity, la empresa de seguridad de River, cuentan que «nos pegaron porque creían que eramos de River» y denuncian que «la Policía nos entregó,nos dejó solos ahí. Nos mandaron al matadero. Siempre nos acompañanan a subir y esta vez nos dejaron en manos de los barras». Gustavo Centurión es claro: «Nos pegaron como para matarnos. A un compañero le rompieron los lentes y con esos vidrios le cortaron los brazos. Yo me caí en el medio de los paravalanchas y no sabía en donde estaba; no podía encontrar la salida. En el piso se nos acercaban con facas y nos decían que nos íbamos a morir desangrados en la popular. Si lo hacían iba a pasar, porque desde la cancha hasta el Hospital Pirovano tuvimos que ir caminando; nadie fue capaz de trasladarnos».
Para Melo, en tanto, falló el operativo: «Decían que había 1500 policías pero es mentira. Los de seguridad privada eramos más que ellos. Además, en la popular de Boca había de todo: navajas, facas enormes, botellas de vidrio cortadas. Esos tipos hicieron lo que quisieron y entraron todos. Había como 6 mil personas en la tribuna y tenían que haber 3500». Y ante la pregunta sobre el accionar de la Policía, respondió que «¿La Policía? mis compañeros bajaban ensangrentados y en el acceso había dos mujeres policías nada más. Explicame en donde estaban los 1500 efectivos»
Después de ser atendidos, cobraron los 100 pesos que les corresponde por la jornada aunque tuvieron que presentar la pulsera identificatoria para que les pagaran:»¿Vos crees que en medio de la golpiza podía preocuparme en que no se me rompiera la pulsera?», preguntó con ironía Centurión. Y a las 23 se tuvieron que volver en colectivo hasta sus casas de la zona sur del conurbano. «Yo no creo que trabaje más. Tengo dos hijos chiquitos. ¿Vos te pensás que alguno de la barra se puso a pensar en eso? Nos pegaron como a animales y nadie se hace cargo», confesó Centurión, que llegó a la 1 de la mañana a Burzaco todavía con dolor en sus costillas.
Seis compañeros suyos siguen hospitalizados en el Hospital Pirovano con politraumatismos de cráneo. Algunos con sus rostros desfigurados y dos de ellos con cuellos ortopédicos, producto de los golpes en el cuello tras rodar pos los escalones. «No tenemos ART ni nada. No nos dieron ni monedas para el colectivo. Pero a mi otra no me queda, no tengo otro laburo y el próximo partido de River de local voy a tener que volver aunque me duela todo el cuerpo», aseguró Ochoa. Que lo define todo: «Estuvimos un rato en el infierno y lo podemos contar».
Fuente: http://www.clarin.com