En los últimos años, diferentes desórdenes incluidos dentro del llamado síndrome metabólico, tales como diabetes tipo 2, resistencia a la insulina, enfermedad cardiovascular e hipertensión arterial, han alcanzado carácter de epidemia mundial. Ahora, una investigación de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) y el Conicet en roedores sugiere que la suplementación con semillas de chía, uno de los pilares de la alimentación precolombina en México y América Central, mejora varios parámetros bioquímicos-metabólicos que caracterizan este “cóctel” en humanos.
La semilla de la chía (Salvia hispánica L) tiene alta concentración de ácido alfa-linolénico, perteneciente a la serie omega-3, cuyo consumo elevado se asocia con una reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular. Sin embargo, la autora principal del trabajo, Yolanda Lombardo, de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la UNL, advirtió que se necesitan más estudios para trasladar sus conclusiones a la clínica.
Los científicos analizaron a lo largo de seis meses los efectos de la sustitución parcial de la grasa dietaria por semilla de chía en un modelo animal particular: ratas sedentarias y con alto consumo de sacarosa que desarrollaron dislipidemia (alteraciones del colesterol y otros lípidos en la sangre), moderada hiperglucemia, resistencia a la insulina, esteatosis hepática (hígado graso) y adiposidad visceral, “todas alteraciones bioquímicas-metabólicas semejantes a las presentes en el síndrome metabólico del humano”, sostuvo la investigadora.
Los resultados, que fueron publicados en la importante revista British Journal of Nutrition mostraron que los roedores que ingirieron chía redujeron la adiposidad visceral, la resistencia insulínica, la estatosis hepática y los niveles de colesterol, triglicéridos y glucemia plasmáticos.
Según Lombardo, al menos una parte de los efectos beneficiosos pueden atribuirse a que las semillas de chía contienen alrededor del 64% del total de lípidos como ácido alfa-linolénico, lo que la posiciona como una de las fuentes botánicas con más contenido en esta grasa. “Además es muy rica en fibras, proteínas, minerales, antioxidantes y no posee gluten”, resaltó la especialista.
Sin embargo, la transferencia a la clínica no debe ser inmediata. “Es imprescindible realizar otros estudios a fin de dilucidar, sobre la base de evidencias científicas, los mecanismos involucrados en el posible efecto beneficioso de este suplemento dietario”, destacó Lombardo.
Fuente: Agencia CyTA – Instituto Leloir / Comunicación científica UNL