La deuda pública de Japón alcanzó en el trimestre de julio a septiembre los 983,3 billones de yenes (12,39 billones de dólares), su récord histórico, debido en buena parte al incremento del gasto en la reconstrucción de las zonas devastadas por el tsunami de marzo de 2011.
Según los cálculos del Ministerio nipón de Finanzas, se prevé que la deuda del Estado, la mayor del mundo industrializado respecto al producto interior bruto (PIB), se incremente hasta los 1.000 billones de yenes (12,6 billones de dólares) durante este año fiscal, que concluye el 31 de marzo de 2013.
El monto de la deuda a finales de septiembre era un 0,7 por ciento mayor respecto al de finales de junio, cuando alcanzó el entonces récord de 976,2 billones de yenes (12,299 billones de dólares).
La cantidad actual representa una deuda per cápita de 7,71 millones de yenes (97.137 dólares), frente a los 7,65 millones de yenes (96.372 dólares) de finales de junio.
La deuda incluye 803,74 billones de yenes (1,01 billones de dólares) en bonos, incluidos 14,10 billones de yenes (177.653 millones de dólares) para financiar la reconstrucción en caso de catástrofe natural.
Además, contabiliza 125,37 billones de yenes (1,58 billones de dólares) en proyectos de ley para financiación a corto plazo y 54,19 billones de yenes (683 millones de dólares) de créditos de instituciones financieras.
La enorme deuda pública japonesa tiene su origen a finales de los años 80, tras una década de pujanza, cuando se produjo el estallido de la burbuja financiera, cuyas consecuencias siguen pesando hoy.
Lo que diferencia la deuda nipona de la de otros países industrializados es el alto nivel de ahorro de los hogares, que asegura depósitos en el sistema, y el hecho de que casi la totalidad de los bonos está en manos de acreedores locales, principalmente bancos nacionales