Por Paulo Kablan
«Mi Sangre» fue atrapado cuando iba a cenar en un restaurante de pastas de la zona de Pilar. En cada salida iba acompañado por 8 custodios. Vivía en un lujoso country
Henry de Jesús López Londoño (41), el capo narco y terrorista de Colombia capturado anoche en Pilar, se había afincado con su familia en nuestro país, aunque por cuestiones de seguridad personal su mujer y sus hijos residían en el complejo Nordelta.
«Mi Sangre» cambiaba de domicilio para evitar ser detectado. La última casa donde estaba viviendo está ubicada en el country «Las Praderas», en la localidad de Pilar, donde presentó documentos falsos.
Siempre estaba acompañado por un séquito de al menos ocho custodios, en su mayoría ex militares.
El juez federal Sebastián Ramos había sido notificado de un pedido de arresto con fines de extradición de los EEUU.
Para lograr la captura tuvieron que seguirlo desde comienzos de este año, especialmente porque el alias “Mi Sangre” utilizaba varias identidades falsas y se movilizaba con una estructura de seguridad y logística nunca antes vista en nuestro país.
Cuando los policías federales y agentes de la SIDE esperaron ayer en las inmediaciones del restaurante «Fettuccine Mario», en el centro de Pilar, ya tenían la información de que López Londoño, con dos pesados custodios, llegaría al atardecer para cenar uno de los platos preferidos de la cocina italiana.
Para detenerlo, en la Subsecretaría de Seguridad de la Nación conformaron un grupo reducido de investigadores, integrado por unos pocos agentes de la Federal y especialistas de la Secretaría de Inteligencia (SI). La decisión de mantener en secreto el seguimiento se tomó a partir de un informe secreto colombiano, que alertaba sobre la “especialidad” de “Mi Sangre”: comprar voluntades en las fuerzas de seguridad. Ahora, tras la captura, están intentando determinar si el narco pudo haber entablado contactos con agentes locales.
Henry López, que desde la captura de su ex jefe y socio Daniel Rendón, alias Don Mario, había llegado a liderar la organización paramilitar y narco Los Urabeños, grupo que posee en la actualidad un ejército conformado por alrededor de 1.900 hombres armados, acusados de haber cometido masacres en poblaciones del interior colombiano y controlar gran parte de la producción de cocaína en la frontera de dicho país con Panamá, en el litoral caribeño.
Cuando en nuestro país lograron interceptar algunos de los teléfonos que usaba López, empezaron a seguir sus pasos. Fue así que se detectaron varias viviendas en countries y campos de la zona norte del Gran Buenos Aires. También aparecieron sorpresas: “Mi sangre” habría organizado costosas fiestas en un predio de Escobar, de las que participaban hombres de su confianza y modelos argentinas, según contó una alta fuente de la causa.
Para llegar a la captura en el restaurante de Pilar, los investigadores fueron con un oficio judicial a una conocida empresa de rastreo satelital de nuestro país, debido a que habían identificado una camioneta de alta gama en la que se movilizaba. Con esa información, pudieron seguir los recorridos que hizo en los últimos días.
Ahora, tras la captura, los investigadores están tratando de detectar los bienes y empresas que habría adquirido en nuestro país. En ese sentido, trascendió que “Mi Sangre” habría invertido en al menos dos firmas conocidas del mercado local, las que podrían ser allanadas en las próximas horas.
En cuanto a la organización “Los Urabeños”, fuentes colombianas informaron que esta organización superó en los últimos dos años a la otra megaestructura delictiva paramilitar de ese país: “Los Rastrojos”. Y para evitar ser capturados, la banda de López Londoño había mudado su base de operaciones a Bolivia, donde están asentados varios de sus financistas y lugartenientes.
“Mi Sangre”, que había comenzado como simple soldado en la organización criminal “Oficina de Envingado”, es oriundo de Medellín. Siendo un joven de no más de 20 años, ingresó en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), donde ocupó un cargo intermedio en el Bloque Capital, aunque se acogió a un acuerdo con el gobierno del ex presidente Álvaro Uribe y se desmovilizó, pero no dejó de delinquir. Allí se fue con su ex jefe “Don Mario”, a quien acompañó para fundar, junto a otros socios, la banda criminal Los Urabeños. Además del tráfico de cocaína, su principal ingreso, esta banda se dedicó a secuestros, extorsiones y crímenes por encargos