Sectores del oficialismo propusieron rebautizar la Fragata Libertad como «Dignidad», «Soberanía» o «Eva Perón». Pero la tradición marítima indica que es un mal presagio. El porqué del nombre y el único antecedente
Desde que el hombre navega, cambiar el nombre de un barco es considerado un mal presagio. Militares, empresas, particulares… todos respetan la tradición. Los marinos lo saben: la denominación de una nave es su historia; cambiarla es borrarle esa historia.
La tradición se respetó casi al pie de la letra en la Argentina hasta la llegada del peronismo al poder. Fueron los primeros gobiernos justicialistas los que desafiaron los malos augurios y rebautizaron la mayoría de los barcos de la Armada: los transatlánticos Presidente Perón, Eva Perón y Evita, las dragas Presidente Perón y Eva Perón, el buque tanque General Perón y Eva Perón, el barco factoría Juan Perón…
La confusión que generaron esos cambios era cotidiana. En Los profetas del odio (1967), Arturo Jauretche ridiculizó la situación. La anécdota imaginaria transcurre en la esquina de Mitre y Pavón, en Avellaneda, cuando un transeúnte le pregunta a un policía dónde está la calle Mitre:
— ¿Cómo Mitre? ¡Eva Perón! Y es ésta—, le señaló el policía.
— Disculpe… y Pavón, ¿cuál es?
— ¡Cómo Pavón! ¡Juan Perón!— lo reta el vigilante.
—No sabía –explica el paisano–, como soy del Chaco…
—¡Qué Chaco! ¡Provincia Perón!—, le grita ya irritado el vigilante.
Más adelante, el paisano llega al Riachuelo y se sienta a mirar el paisaje. Cuando le preguntan qué está haciendo, contesta: “Estoy mirando el Peronchuelo…”.
De Perón a la Libertad
Cuando la Fragata Presidente Sarmiento fue “jubilada” y se pensó en realizar un buque auténticamente nacional, con planos y mano de obra Argentina, en 1953 Perón decidió bautizarlo con el nombre de su esposa, Eva Perón.
Sin embargo, la autoproclamada “Revolución Libertadora” no sólo puso fin al peronismo, sino a todo vestigio justicialista que quedara en la sociedad. Considerando que “el Partido Peronista se valió de una intensa propaganda destinada a engañar la conciencia ciudadana”, el histórico Decreto 4161/56 prohibió prácticamente todo lo vinculado a la historia y los símbolos del peronismo: cantar la marcha peronista, tener una foto de Evita o mencionar a Perón en público pasó a estar penado con hasta 6 años de prisión.
Los barcos de la Armada no quedaron afuera de los cambios. Todas las naves volvieron a recibir su nombre original y la por ese entonces futura Fragata Libertad, aún en construcción, pasó a llamarse Fragata Libertad, respetando otra tradición militar argentina, que aunque tiene excepciones, se suele respetar: eludir los nombres propios.
“Libertad” era una palabra muy en boga en esos días: Edificio Libertad, Salón Libertad, Pabellón Liberad… y la fragata siguió la misma suerte: cuando en 1956 se hizo la botadura del barco, la madrina fue la esposa del presidente de facto Pedro Eugenio Aramburu, Sara Elena Contreras. Y su nombre no fue otro que “Libertad”.
Hasta su debut oficial en alta mar como buque escuela con Arturo Illia en el poder hubo otros dos presidentes, Arturo Frondizi y José María Guido. Los tres respetaron su nombre, el mismo que lleva hasta el día de hoy.
Por la mañana, la cuenta de Twitter del dirigente piquetero Luis D’Elía amaneció con un mensaje que llamó la atención de los medios. «La Revolución Fusiladora, le puso fragata ‘Libertad’ hagamos una consulta popular para cambiarle el nombre @CFKArgentina @BoudouAmado«, escribió. Y propuso: «La FRAGATA LIBERTAD cuyo nombre fue impuesto por la Dictadura de Aramburu-Rojas debe llamarse FRAGATA ‘Soberanía’ o ‘Dignidad’”.
El antecedente de YPF
El único caso similar que recuerda la historia argentina reciente se dio durante el gobierno radical de Raúl Alfonsín. En 1983 hubo varios cambios de nombre en la flota de YPF. El primero en ser rebautizado fue el “Capitán Constante”, que pasó a llamarse “Presidente Illia”.
El desaire a Constante tajo sus consecuencias. Tras una serie de reclamos, el buque “Ingeniero Ondarts” fue renombrado como “Capitán Constante I”.
Pero esta vez los que se quejaron fueron los familiares de Ondarts, que lograron otro cambio: que se redenomine “Capitán Ondarts” al buque “Isla Leones”.
La tradición indica que si un barco cambia de nombre, hay que dejar el nombre original grabado en la parte más baja de la nave, la sentina. ¿Pero quién protestará por la “libertad”?
fuente > infobae.com
HISTORIA Y FOTOS DE LA FRAGATA LIBERTAD