Las reglas no escritas de las citas

¿Existen reglas de oro en las citas? Existen millones de opiniones acerca del tema, libros guías, e incluso auténticos gurús de las citas que afirman conocer las claves para que los primeros encuentros sean todo un éxito. Ante esto, una cosa está clara: los consejos generales no pueden adaptarse a cada caso en particular.

Hoy en día podemos observar como los tiempos están cambiando. Hoy en día las casi nada se concibe de la misma forma que antaño, la gente tiene una visión más abierta del sexo y de las relaciones personales, y el individualismo de nuestra sociedad nos lleva cada vez más a la afirmación de “cada persona es un mundo”. ¿Podemos fiarnos entonces de unas reglas establecidas para que nuestras citas funcionen a la perfección, para seducir rápidamente a la otra persona, y para que nos desee tanto que no quiera dejarnos marchar jamás? Aún a riesgo de desilusionar a más de uno, diremos que no.

 

Desafortunadamente, no existe la técnica de seducción perfecta ni la regla de oro para tener las mejores citas, pero sí que existen algunos convencionalismos que siguen funcionando hoy en día, pequeños detalles marcan la diferencia en los primeros encuentros:
Vestimenta

Muy importante para dar una primera impresión. Contrariamente a lo que se pueda pensar, nunca hay que acudir demasiado arreglado a las citas, pues dar la impresión de que “sólo” lo hacemos para agradar puede ser contraproducente.
Educación, ante todo

Puede parecer obvio, pero detalles como llegar tarde, comportarte de forma grosera con el camarero o cuchichear acerca de la pareja de al lado, no son comportamientos adecuados para una primera cita.
Caballerosidad sí, ¡gracias!

Si eres hombre, nada te cuesta ser un poco caballeroso en tus citas. A muchas mujeres les abruma un hombre que desea encargarse de todo, pero unos pequeños detalles siempre enternecen a una mujer. Ayudarla a bajar del coche, ofrecerse a pagar la cuenta, son cosas que nunca pasan de moda.
Atento al tema de conversación

Las primeras citas son momentos perfectos para conocerse mejor, pero nunca para abrumar al otro con confesiones sentimentales, temas escabrosos o experiencias sexuales pasadas. Hablar de temas de actualidad, del trabajo o de los hobbies de cada uno resulta perfecto para esos primeros encuentros.

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