Pese a que el juego está visto tradicionalmente como una maldición social, cada año millones de chinos, mayormente pobres, se vuelcan a las apuestas para hacerse ricos
Cui Shengjun registró gráficamente los últimos 100 sorteos de lotería en China. Líneas que conectan todas las cifras atraviesan su pizarra blanca.
Claramente hay un patrón. Solo es cuestión de estudiarlo con detenimiento y, a esta altura, ya soy un experto, afirma el gerente de una tienda de Beijing.
La experiencia del Sr. Cui parece tener sus limitaciones. Hace alarde de no haber perdido dinero, pero también reconoce que nunca se sacó la grande.
Como millones de otros chinos, Cui se siente atrapado por la lotería. Juega juegos instantáneos en terminales de agencias, elige sus números Powerball diarios y todas las semanas apuesta a partidos de fútbol.
Su historia poco difiere de la de los apostadores crónicos de todo el mundo, con una gran excepción: jugar está prohibido en China.
Pero Cui no es un delincuente: juega a la lotería estatal. A fines de la década de 1980, en aras de estimular los ingresos, el gobierno hizo una excepción a una prohibición de todo tipo de juegos vigente desde la época de Mao y creó una lotería para apoyar el desarrollo de un sistema de bienestar social.
Más de dos décadas después, esta lotería se convirtió en el boom mundial más grande. La venta anual de billetes ya es casi 15.000 veces mayor que en los inicios. China se encamina a ser el mercado de lotería mundial más grande de la década.
La venta de billetes aumentó casi 20% el año pasado y la industria tiene un valor de u$s 40 billones, ubicándose detrás de la de EE.UU., que supera los u$s 50 billones.
Como las condiciones de vida mejoraron, los chinos quieren divertirse más, tener experiencias más variadas. El mayor deseo de jugar tiene que ver con esto, afirma Cheng Haiping, profesor del centro de investigación de la lotería china de la Beijing Normal University.
A pesar de considerar tradicionalmente al juego como una maldición social, ahora se acusa a los gobernantes comunistas chinos de haber hecho poco por erradicar los males que trajo aparejado el éxito de la lotería.
China tiene dos loterías estatales: la lotería de bienestar social y su homóloga de deporte. La venta de billetes representa menos de 1% de los ingresos públicos totales, pero gran parte de las ganancias se destinan al sistema de seguridad carente de fondos, lo cual, en teoría, constituye un complemento importante.
Los críticos no están convencidos de que los fondos se utilizan correctamente. Poco se da a conocer sobre el destino de dichos fondos. Las autoridades financieras de solo nueve de los 34 gobiernos provinciales publicaron informes en los que se detalla el uso de los ingresos de lotería de 2011, conforme al gobierno central.
Lang Xianping, un economista popular, el año pasado apeló a los televidentes a dejar de comprar billetes de lotería. No sabemos qué uso se da al dinero ni tampoco cuánto se destina a gente que juega a la lotería, dijo en una entrevista en la televisión de Guangdong que circuló masivamente en Internet. Debemos arremeter contra la corrupción en la lotería.
Beijing también enfrenta una paradoja que afecta a otros países con grandes loterías. Si bien los fondos se destinan a ayudar a quienes más lo precisan, la principal demanda de billetes proviene de los miembros más pobres de la sociedad, y este problema se exacerba con la enorme brecha de China en términos de riqueza.
Con un precio de la propiedad tan alto, mucha gente, especialmente de ingresos bajos y medios, sienten que nunca podrán comprarse una casa solo con sus ingresos, entonces compran billetes de lotería con la esperanza de cambiar su suerte, dice Cheng.
La creencia de que un billete de lotería puede transformar la realidad inmediatamente fue fomentada por la creciente cantidad de tragamonedas. La gran anécdota de 2012 fue el premio de Rmb570 millones (u$s 92 millones), el más grande de la lotería china, que ganó un hombre de Beijing.
El año pasado la Beijing Normal University llevó a cabo un estudio que reveló que China tiene un problema de compradores de billetes de lotería de unos 7 millones sobre una población de 200 millones de personas que compran billetes regularmente.
Los medios chinos comenzaron a informar con más frecuencia de los problemas de una adicción al juego. El verano pasado un hombre de Jinan, capital de la provincia de Shandong, fue arrestado por fraude luego de vender su departamento y auto y retirar Rmb240.000 en descubierto de ocho bancos para comprar billetes de lotería con la esperanza de hacerse rico.
La proliferación de las apuestas por Internet y aplicaciones de teléfonos celulares implica que el negocio de la lotería en China está cada vez más ocupado, apuntando a apostadores nuevos y, frecuentemente, más jóvenes. Los vendedores de billetes de establecimientos tradicionales podrían resultar amenazados por estas tecnologías.
Sin embargo, por el momento, afirman que su base de clientes crece día a día.
En el verano este lugar se abarrota de compradores que miran las pantallas, dice Zhao Nan, el dueño de un local de lotería en una pausa en que deja la venta de billetes. Estamos por contratar otro vendedor, agrega.