La infidelidad es algo muy común en la sociedad moderna. El experto inglés Kate Figes se pasó tres año hablando con esposos infieles, psicólogos y consejeros matrimoniales, para escribir un libro sobre el efecto devastador y duradero que puede tener la infidelidad sobre el futuro de los hijos. Los padres hoy parecen estar muy en sintonía con lo que necesitan sus hijos. Los mandan a los mejores colegios que pueden, les dan los mejores alimentos, los hacen descansar, les ofrecen los mejores juguetes educativos, deportes, música y actividades después de la escuela. Sin embargo, demasiado a menudo, los padres no proporcionan lo que sus hijos más necesitan: una relación constructiva, cariñosa y amorosa entre los dos únicos padres que un niño puede tener. Figes afirma que la infidelidad entre los padres siempre es percibida por los hijos, y más allá de la edad del niño con un padre o una madre infiel, el dolor emocional sufrido les dejará heridas que seguramente nunca cicatrizarán. «Hay algo muy malo en la sociedad cuando ponemos nuestros derechos a ’vivir nuestra vida’ y a la libertad sexual por encima de las necesidades de nuestros hijos. Conciente o inconcientemente, estamos dañando gravemente a nuestros hijos cuando traicionamos a su papá o a su mamá.» Jean Duncombe, una socióloga que ha llevado a cabo una amplia investigación sobre el tema, dice: «Yo soy puritana en cuanto a los consejos, cuando alguien me dice que están teniendo una aventura. Porque he investigado el efecto que tiene sobre los niños la separación de los padres». «Si la gente me dice que los niños no saben, les digo: ’¿Está seguro? Piensa en lo que les estás haciendo a los niños.» «Los padres que cometen una infidelidad no solo le están mintiendo a su pareja, sino que se engañan a sí mismos sobre el impacto que su infidelidad puede tener en sus hijos.» «Muchos adúlteros afirman que sus hijos no saben que están teniendo un romance secreto, pero el niño de una u otra manera sentirá la confusión emocional que genera la infidelidad en el seno de la familia.» «Los niños son demasiado jóvenes para entender lo que está pasando», razonan. «En cualquier caso, no se refiere a ellos. Y los niños son resistentes.» Toda la evidencia apunta a lo contrario. La gente no sólo traiciona a sus parejas cuando rompen la vida familiar con un asunto serio. La triste verdad es que los niños crecen creyendo que sus padres les han sido infieles a ellos también. Los efectos de la infidelidad sobre los niños incluyen una baja autoestima, un sentimiento de abandono, los malos resultados en la escuela, el comportamiento anti-social y la angustia de una posible separación de los padres. Un divorcio, según la investigación, no sólo hiere a los niños en el momento, sino que también acumula problemas para el futuro. Por lo tanto, aun cuando los padres se separen cuando los niños son pequeños, ellos recién reciben los efectos completos de la separación cuando se convierten ellos mismos en adultos. Por supuesto, lo último en lo que piensa una persona involucrada en una aventura de infidelidad es en cómo sus acciones jugarán con la siguiente generación. Y habitualmente la persona infiel se contenta a sí misma, señalando que siempre ha sido buena con sus hijos, y que ellos ni se enteran de lo que sucede. Cuando se descubre una aventura, por más que se intente apartarlos, los hijos e hijas son absorbidos por el torbellino emocional. Luego, a los hijos adultos les resulta difícil confiar y respetar a su padre o a su madre si les mintieron cuando eran niños. En la adolescencia, intentan escapar de la situación, y a veces aparecen el alcohol y las drogas como vía de salida. «En algunos casos consideran seriamente no casarse nunca, porque no quieren correr el riesgo de herir a alguien, o de ser heridos, como lo han observado entre sus padres.»
La infidelidad de los padres y el efecto en los hijos
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