En Francia están familiarizados con los riesgos que entrañan los realities televisivos.
La última edición francesa de Supervivientes ha sido especialmente dramática: se cobró dos muertes, la de un concursante, y, posteriormente, el suicidio del médico que le atendió.
Pero eso no es todo, en las ediciones de este mismo programa en Bulgaria y Pakistán ya han vivido otras dos muertes en directo, durante pruebas que no superaron los concursante, según relata el diario El País.
El éxito de estos programas depende, en gran parte, de las situaciones extremas a las que se expongan sus concursantes, ya sean más físicas -como el caso de Supervivientes- o psicológicas -como en Gran Hermano-.
Así, se han dado varios casos de concursantes que, una vez salen de los programas, terminan suicidándose. Solo en Francia ha pasado en cuatro ocasiones desde 2010, tres de ellas siendo suicidios -contando los casos recientes que aquí se describen-.
En septiembre, un reportaje de la televisión francesa arrojó otra cifra reveladora. Las coincidencias no son casuales: desde 1997, 18 personas en todo el mundo han acabado con sus vidas tras concursar en programas de telerrealidad.
Los psicólogos apuntan a que no hay una preparación suficiente a los concursantes, que se ven inmersos en una burbuja de fama repentina y pronto son expulsados como productos de consumo rápido.