El papa Francisco viajará en septiembre a Cerdeña para visitar el santuario de la Virgen de Bonaria, según anunció hoy el pontífice, que narró la relación de la isla italiana con Buenos Aires, su ciudad natal y de la que fue arzobispo. Esta visita, cuya fecha todavía no fue fijada, completa la agenda de viajes del papa argentino Jorge Begoglio para este año, según informó el portavoz vaticano, Federico Lombardi. El primer viaje internacional del obispo de Roma será del 22 al 29 de julio próximo a Río de Janeiro, para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), a la que se espera asistan más de dos millones de chicos de todo el mundo. En tanto, el viaje a Cerdeña fue anunciado hoy por Bergoglio durante la tradicional audiencia pública de los miércoles, cuando saludó a un grupo de fieles, obispos y sacerdotes sardos, a quienes dijo que «desea» visitar el santuario de la Virgen de Bonaria, protectora de los navegantes, que se encuentra en Cagliari, al sur de la isla. En un clima de cordialidad y alegría, el papa Francisco se refirió a la relación entre su ciudad natal, Buenos Aires, y la virgen sarda. El pontífice contó que el fundador de Buenos Aires, Pedro de Mendoza, quiso denominarla ciudad de la Santísima Trinidad, pero que los marineros que lo acompañaban era sardos y pretendían que se llamase ciudad de la Virgen de Bonaria. «Tras una negociación se le impuso el nombre de ciudad de la Santísima Trinidad Puerto de Nuestra Señora del Buen Aire, un nombre tan largo que al final quedó en Buenos Aires. Por vuestra virgen», dijo el papa dirigiéndose a los sardos, que rompieron en aplausos, vivas y cantos. Según la historia, el 25 de marzo de 1370 un barco procedente de España fue sorprendido por una gran tormenta. Ante las dificultades, los marineros arrojaron al mar toda la carga, entre la que se encontraba una caja grande. Apenas cayó al agua la caja, la tormenta cesó y el mar se tranquilizó; y todo lo arrojado se hundió, menos la caja, que empujada por el agua, llegó hasta las costas de Cerdeña. Al abrir la caja encontraron en su interior una imagen de la Virgen con un Niño Jesús en brazos y un cirio en su mano derecha, que inmediatamente comenzó a ser venerada como protectora de los marineros y llamada Virgen de Bonaria, del Buen Aire. Su culto se expandió especialmente en Sevilla y Cádiz, desde donde partían las expediciones a América y así llegó hasta el Río de la Plata, llevada por dos sacerdotes que viajaban junto a Pedro de Mendoza.
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