Fueron hallados dos cadáveres y «uno de los muertos es el reportero policíaco Alberto López Bello, compañero de (el diario) El Imparcial», dijo Manuel de Jesús López, procurador (fiscal) de Justicia del estado de Oaxaca. Horas más tarde, la fiscalía estatal determinó que el otro cuerpo corresponde al de Arturo Alejandro Franco Rojas, un policía de 26 años adscrito al Grupo de Información de la Policía Municipal del Ayuntamiento de Oaxaca. Cerca de los cuerpos, que presentaban también heridas de golpes, fueron encontradas maderas y piedras con restos de sangre pero ningún mensaje como los que en ocasiones colocan grupos del crimen organizado, señaló el fiscal del estado de Oaxaca, que no mencionó algún posible móvil de los asesinatos. López Bello, de 28 años, trabajaba desde hacía al menos seis años en El Imparcial, uno de los diarios más importantes del estado de Oaxaca, y el martes había acudido a laborar con normalidad, dijo a la AFP un periodista del mismo medio. Fuentes de la Fiscalía estatal informaron a la AFP que López Bello y Franco Rojas fueron vistos por última vez durante la madrugada del miércoles en un bar de la zona centro de la ciudad de Oaxaca, frente al cual fueron localizadas sus motocicletas. En un comunicado, El Imparcial condenó el asesinato de su reportero y exigió a las autoridades «el pronto esclarecimientos de tan lamentables hechos, que demuestran la vulnerabilidad a la que están expuestos los comunicadores en su labor diaria». Entre los últimos trabajos periodísticos de López Bello se encontraban varias notas sobre la venta de droga a pequeña escala en Oaxaca, que no se encuentra entre las regiones más afectadas por la violencia de los cárteles narcotraficantes mexicanos. El pasado 22 de mayo, el reportero fue detenido por unas horas junto a otro colega cuando la policía les encontró fotografiando una pancarta con un supuesto mensaje del crimen organizado colgada en un puente de Oaxaca, informó la pública Defensoría de los Derechos Humanos de Oaxaca. Ambos periodistas fueron liberados sin cargos y López Bello interpuso una queja que estaba siendo tramitada por la Defensoría contra seis agentes que participaron en esta detención. El gobernador del estado de Oaxaca, Gabino Cué, ordenó que el asesinato del reportero «se dictamine como un delito de alto impacto y se canalice a la Mesa Especial para la Atención a Periodistas» de la fiscalía estatal, según un comunicado de su despacho, en el que pidió la colaboración de la Procuraduría (fiscalía) General de México. Por su parte, el Grupo Prensa Oaxaca, integrado por trabajadores de diversos medios de comunicación, solicitó a las autoridades que «aclaren y concluyan las otras 18 averiguaciones previas que se encuentran en curso por agresiones contra periodistas y medios de comunicación de la entidad, en lo que va de la presente administración» estatal, que comenzó en diciembre de 2010. En 2007, tres vendedores ambulantes del diario El Imparcial fueron asesinados por hombres armados cuando trabajaban cerca de Tehuantepec (Oaxaca), un crimen que la dirección del medio atribuyó a una represalia de un cártel narcotraficante. En tanto, en octubre de 2006, el camarógrafo estadounidense Brad Will también murió por disparos cuando filmaba las protestas sociales contra el gobierno local que se extendieron en la ciudad de Oaxaca por varios meses. México se convirtió en los últimos años en uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo con al menos 84 informadores asesinados y 20 más desaparecidos desde 2000, según la oficial Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Cruel asesinato de un periodista de policiales en México
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