Desde hace tiempo tenemos tecnología Ethernet Gigabit en nuestros ordenadores, y sólo se necesita un cable de buena calidad para alcanzar esa velocidad. Sin embargo, a la hora de proveer una conexión a Internet de un gigabit por segundo, la historia es muy diferente. A pesar de los claros beneficios de la fibra óptica, su despliegue y traslado a los hogares sigue siendo una tarea compleja y costosa. También somos conscientes de las limitaciones que poseen los cables convencionales, pero con el nuevo estándar G.fast, que acaba de superar su primera fase de aprobación, será posible alcanzar una velocidad de hasta un gigabit por segundo sobre pares de cobre.
Durante el día de ayer, la Unión Internacional de Telecomunicaciones anunció que el estándar G.Fast superó su primera fase de aprobación. Como podrán imaginar, existen muchos estándares que nos permiten acceder a una conexión de banda ancha en nuestros hogares y lugares de trabajo, pero en todos esos casos hay dos palabras que conservan un peso enorme, “costo” e “infraestructura”. Aunque nos encantaría contar con una conexión directa de fibra óptica (y sus velocidades asociadas), para un proveedor es mucho más fácil decirlo que hacerlo. En más de una ocasión hemos leído sobre Google Fiber y sus conexiones de un gigabit por segundo en ambas direcciones, y si bien esa velocidad es algo escalofriante, el proyecto avanza a paso de caracol (aún no ha salido de Kansas).
n esencia, lo que promete G.Fast es acelerar los tiempos, reducir el costo de las instalaciones y aumentar la eficiencia de la infraestructura ya existente, entregando velocidades de hasta un gigabit por segundo sobre pares de cobre. El límite físico para G.fast es de 250 metros, y desde cierto punto de vista este detalle puede parecer decepcionante, pero son 250 metros menos que la compañía proveedora debe desplegar de fibra óptica, utilizando un medio más económico para brindar una velocidad similar a los hogares. Esta primera fase de aprobación para G.fast se concentró sobre los métodos aplicados para minimizar el riesgo de interferencia sobre otros servicios de transmisión, como la radio FM.
ADSL2+ tiene una velocidad de descarga teórica que llega a los 24 megabits por segundo, mientras que bajo VDSL2, el mismo máximo teórico es de 250 megabits por segundo, con un alto deterioro en los primeros 500 metros de conexión. Con su gigabit por segundo en el bolsillo, G.fast se perfila como el heredero de ambos estándares, siempre y cuando sea acompañado por una sólida estructura de fibra óptica. Si todo va bien, el estándar debería ser aprobado por completo en 2014, aunque el resto dependerá de los proveedores. La necesidad de fibra es innegable, y G.fast ayuda a reducir un poco la dependencia, pero no es ninguna clase de comodín para posponer inversiones.
Fuente > http://www.neoteo.com