«Un curso de RCP es barato y se hace entre dos o tres horas y puede salvar de tres a cuatro entre diez casos de paros cardiorrespiratorios», explicó el médico cardiocirujano Roberto Peidró. El especialista, vicepresidente de la Fundación Cardiológica Argentina y coordinador del área de Medicina cardiológica en el Deporte, aseguró que con un desfibrilador «se salvarían entre siete y ocho casos entre diez». Pero también resaltó que «por cada minuto perdido se pierden 10 por ciento de chances de revertir el paro». Ante ello, Peidró, ex arquero del Deportivo Morón en los años 70, ex médico de Independiente y actualmente integrante del cuerpo de Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), señaló que junto al titular del cuerpo de médicos de AFA, el doctor Rafael Revoredo, se está trabajando para avanzar paulatinamente y concientizar a los protagonistas de este deporte. «Es importante que la mayor cantidad de gente, sea deportistas, entrenadores, árbitros, hagan cursos de RCP, y que haya un desfibrilador o bien en una ambulancia o a un costado del campo que llegue rápido en casos de urgencia», explicó. Cuando integró el staff en Independiente, contó, todos los entrenadores de inferiores hicieron el curso de Reanimación. Se abstuvo Peidró de referirse al caso de la muerte de Héctor Sanabria, de Deportivo Laferrere, el martes último, por desconocer lo que realmente pasó y el origen del síncope. En Europa, dijo el médico, es normal que haya «desfibriladores automáticos que cualquiera puede usarlos en aeropuertos, bancos, oficinas». Para Peidró, una buena base será que haya gente en el campo de juego que sepa hacer RCP y que haya un desfibrilador por cancha. «No digo que todo club tenga desfibrilador pero por ejemplo que lo lleve el árbitro y sí haya un aparato en cada partido», ejemplificó. Un equipo de desfibrilador mide 30 centímetros y cuesta unos 2.500 dólares, una minucia para el dinero que mueve el fútbol. Para el cardiólogo, el ideal es llegar a «un estadio cardio seguro» como tiene Boca, que significa que cualquier persona que está en él, sea jugador, árbitro, o una persona del público tendrán acceso rápido a un desfibrilador. Si bien la mayoría de las canchas de Primera tienen desfibriladores, lo ideal sería que en un minuto llegue a cualquier persona y en ello aún hay que avanzar. Pero a nivel general en el fútbol federado Peidró admitió que es «ínfima» la cantidad de desfibriladores entre los 4.500 clubes que hay desparramados en las ligas de todo el país. El último caso previo al fallecimiento de Sanabria ocurrió en el interior bonaerense el 30 de junio pasado, cuando el árbitro Daniel Caporalini, de 42 años, cayó fulminado mientras dirigía el partido entre El Socorro y Juventud Obrera de Manuel Ocampo, por la Liga Pergaminense de fútbol. Murió mientras era llevado al hospital.
Arbitros y jugadores deberán hacer un curso de resucitación cardiopulmonar
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