La libertad de expresión es un derecho consagrado no sólo por nuestra Constitución, sino que forma parte de los derechos individuales introducidos a partir de la Revolución Francesa y consagrados por la Humanidad. El derecho a la información, que lo completa y lo amplía, es hoy un Derecho Humano básico, reconocido por los tratados internacionales de los que Argentina es parte. Ambos son derechos inalienables que hacen a la condición humana y sin los cuales no podríamos concebir la democracia. Sin embargo, el CEO del principal multimedios de Argentina, el Grupo Clarín, que controla el 60% de las audiencias, de la facturación del mercado y que, además, posee el matutino más vendido, una agencia de noticias y la empresa que fabrica papel, insumo básico de los diarios, inició un juicio por daños y perjuicios a Víctor Hugo Morales por supuestas calumnias e injurias. Es decir, por opinar, por ejercer su Derecho Humano a expresar su opinión. Claramente, esta actitud se convierte en un hecho intimidatorio para todo aquel que quiera opinar con libertad sobre los que manejan los medios y el manejo que ellos hacen sobre la política, la economía, la vida cultural del país. Que Goliat se meta con David utilizando el dinero como moneda de cambio en la información no sólo degrada el ejercicio de la profesión sino que condiciona en el futuro cualquier investigación que legítimamente se quiera hacer sobre cuestiones de interés público. ¿Qué pensarán los periodistas del medio? ¿De qué lado del Derecho están? Como las capas de la cebolla, el poder va dejando sus fachadas y mostrando su verdadero rostro.
Libertad de expresión e intimidación
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