De cara a la IV Conferencia Internacional de Software Libre (CISL 2013) -que se desarrollará en Tecnópolis el 16 y 17 de octubre próximos- el director general de CISL Argentina, Jorge Luis Cabezas, explicó que detrás del evento subyace la idea de que «el conocimiento es un bien público que debe ser compartido sin ningún tipo de restricción». Luego de tres ediciones en la Biblioteca Nacional, la CISL 2013 -consolidada como el principal encuentro sobre tecnologías libres y abiertas en el país- se realizará en Tecnópolis los próximos 16 y 17 de octubre, donde los organizadores esperan contar con la presencia de más de 3 mil participantes. Según explicó a Télam Jorge Cabezas, uno de los objetivos del encuentro es ampliar la discusión acerca de que las líneas de código que conforman el software, como cualquier otro bien cultural, «debe ser accesible a quien lo quiera sin ningún tipo de restricción». «Cada adelanto e innovación desarrollada en la historia es producto de la acumulación de conocimientos previos. Quien avanza un poco más los horizontes del conocimiento, en realidad, se sienta sobre los hombros de ese gigante que es el conocimiento producido previamente por otras generaciones», consideró el director de la CISL al señalar los principios del conocimiento abierto, según el cual ningún saber puede ser explicado como creación original y desde cero de un individuo particular. El movimiento del software libre «se basa en la necesidad de garantizar cuatro libertades básicas a los usuarios: el uso del software libre para todo fin, la libertad para estudiarlo por lo que se requiere tener un acceso irrestricto al código fuente desde el mismo software, la posibilidad de modificarlo de acuerdo a las necesidades, y la posibilidad de distribuirlo o compartirlo con sus semejantes sin ningún tipo de impedimento», señaló Cabezas en una entrevista difundida por los organizadores del evento. Esas cuatro libertades, que desde hace tres décadas conforman la columna vertebral del movimiento mundial de software libre, suponen una línea divisoria con el otro paradigma que la industria tecnológica ha visto crecer e imponerse: el del software propietario o privativo. «El modelo de software privativo está enmarcado en un concepto del conocimiento apropiado, privatizado y protegido por las leyes del copyright, sobre la idea de que todo bien cultural puede ser asimilado a cualquier tipo de mercancía cuyos derechos de explotación comercial pertenecen exclusivamente a su propietario, que en este caso sería el autor, mientras que en el software libre el conocimiento es un bien público que debe ser compartido sin ningún tipo de restricción», explicó Cabezas. Sin embargo, agregó, el modelo libre no propone la gratuidad del software, «sino una nueva distribución de la riqueza acumulada en él, que ya no es la venta infinita de licencias de algo que se creó una sola vez, sino mediante la comercialización de servicios asociados». Desde la organización del encuentro destacaron que si bien la industria con desarrollos libres y abiertos en Argentina es «incipiente», la Comisión de Informática de la Cámara de Diputados de la Nación tiene en tratamiento un proyecto de estándares libres y abiertos para el sector público. En ese sentido, «el precedente más importante en materia de política pública quedó fijado este año con la inclusión de un sistema libre llamado Huayra Linux, desarrollado por técnicos argentinos como la alternativa libre para las máquinas que distribuye el programa Conectar Igualdad en todo el país, demandado con fuerza en la CISL Argentina 2011». La Conferencia está apuntada a especialistas, funcionarios públicos, académicos, empresarios, programadores, hacktivistas y usuarios de tecnología en general, y cuenta con el apoyo y reconocimiento del gobierno nacional, gremios, universidades públicas y un amplio número de empresas del sector.
Para defensores del software libre, «el conocimiento debe ser compartido sin restricciones»
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