A todos nos gusta el olor de un bebé, pero investigaciones recientes demostraron que puede crear en una mujer la misma adicción que producen las drogas, puesto que produce en el cerebro la misma sensación que se tiene al comer o tener relaciones sexuales.
Este olor sirve para que una madre y su hijo se conecten de una manera química, y para una mujer que sostenga a un bebé en sus brazos se produce una reacción biológica natural, vinculada a las funciones maternas.
Por primera vez han demostrado que “el olor de los recién nacidos activa una parte del sistema neurológico de las madres”, explicó el científico Johannes Frasnelli, de la Universidad de Montreal.
Añadió que “estos circuitos se activan especialmente cuando comes después de estar muy hambriento, pero también cuando un adicto consume droga. Es donde reside el deseo”. Para tener este resultado, Franelli estudió dos grupos de 15 mujeres, uno de madres recientes y otro compuesto por mujeres sin hijos, y las reacciones que sufrían sus cerebros al estar en contacto con pijamas de recién nacidos.
Para ambos grupos la reacción fue igual y lo que causa la activación de esta área del cerebro es la satisfacción de una necesidad o de cumplir un deseo, por lo que demuestra que el olor de los recién nacidos tiene un papel determinante en el desarrollo de respuestas motivacionales y emocionales, y que actúa de intermediario entre madre e hijo: ayuda al desarrollo de las funciones maternas, como la lactancia y la protección.