Falleció a los 65 años luego de una larga enfermedad. En el 2011 había recibido el premio Konex de Platino como la Mejor Actriz de la década.
La actriz Elena Tasisto, un nombre de peso en la escena nacional, falleció esta madrugada a los 65 años como consecuencia de un cáncer que la aquejaba y por el que estaba internada desde hace tiempo, informó un comunicado del Teatro San Martín, uno de los ámbitos donde desarrolló buena parte de su trayectoria.
Nacida en 1948 y egresada del Conservatorio Nacional, Tasisto comenzó a trabajar en 1968 cuando entró al elenco estable del Teatro San Martín donde forjó un estilo unánimemente reconocido.
A partir de la desaparición del elenco estable, Tasisto no subió a un escenario durante siete años. Recién entonces protagonizó «Vita y Virginia» dirigida por Oscar Barney Finn, siguió luego «La vida es sueño», de Calderón de la Barca y, finalmente, «Isabel sin corona» con puesta en escena de Kado Kostzer.
Una de las piezas clave sobre la que pudo mostrar su entrega y talento fue «La casa de Bernarda Alba», del español Federico García Lorca, ya que a lo largo de los años encarnó tanto a Bernarda como a todas las hijas de la protagonista.
En una entrevista en 2001, presentó su labor interpretativa indicando que «la definición del rol no presenta dificultades demasiado graves porque, como soy una obsesiva del texto, desde las primeras lecturas lo voy visualizando».
«De todos modos -explicó entonces- no hay un camino único para construirlo y, hasta encontrar el rumbo, no solo voy pensando sino que también voy haciendo cosas en el escenario hasta que logro el desarrollo total del personaje».
Todos los trabajos efectuados por Tasisto se caracterizaron por la solidez técnica y por el inteligente uso de sus recursos expresivos. Según sus propias palabras, el lema aplicado fue «con la mínima expresión lograr lo máximo».
«A esta profesión le debo las distintas vidas que pude vivir y la pasión que puse en esas vidas inventadas, habitando esos mundos tan alejados de mi realidad cotidiana», confesó.
«A cambio de ese privilegio no hubo costo alguno. Soy una mujer austera, sin grandes ambiciones. Desde luego sufrí como todo el mundo pero nunca fue el precio por el privilegio de ser actriz», reflexionó acerca del arte que abrazó con dedicación.
Gracias a la hondura de una entrega que también supo volcar en cine («Últimos días de la víctima», «Camila» y «Contar hasta diez») y en televisión («Rosa de lejos», «Atreverse» y «Alta comedia»), recibió numerosas distinciones.
En 1997 y tras ser laureada como el ACE de Oro a la trayectoria y otro como actriz dramática por su protagónico en la obra «Vita y Virginia», consideró que las estatuillas «son un premio a la pasión. El esfuerzo no es nada si no está sostenido por la pasión».
Algo de ese trabajo fue reconocido de manera integral en 2011 cuando mereció el Konex de Platino como la Mejor Actriz de Teatro la década