En una época del año propicia para iniciar actividades físicas y adelgazar, diversas pulseras electrónicas y programas móviles se convierten en aliados para alcanzar la meta
La ciencia ha comprobado una y otra vez que la mejor forma de perder peso es a través de una rigurosa dieta baja en calorías y alta en ejercicio.
Pero la vida -y la ciencia- también nos ha demostrado que esto no es fácil: siempre hay antojo, una celebración o una agenda muy ocupada que está por encima de la intención de hacer dieta, tan popular por estos días.
Un estudio concluyó recientemente que no comer no es sinónimo de adelgazar y otro, del Centro de Investigación de Cáncer Fred Hutchinson, encontró que la mejor forma de entrar en un régimen alimenticio y deportivo exitoso es escribiendo un diario: registrar y concientizarse del número de calorías que uno consume para evitar engañarse o esquivar las consecuencias.
La conducta de autocontrol, sin embargo, no deja de ser un sistema difícil de llevar para quienes gustan del chocolate, por ejemplo. Y ni hablar para quienes son adictos. De ahí la recurrencia de la frase «yo no tengo fuerza de voluntad».
Las nuevas tecnologías quieren ser la solución a las tentaciones. Aplicaciones para medir el consumo alimenticio y monitores de la actividad física esperan convertirse en el nuevo sistema de dietas, que no sacrifican comer, pero sí le «enseñen» al usuario cómo controlar su consumo.
Aplicaciones para teléfonos móviles, tabletas y web como GymPac , Shape Up , Lose It y My Fitness Pal pretenden ayudar a las personas, por medio de sistemas de control del comportamiento y entrega de recompensas, a modificar y regular sus hábitos alimenticios.
Por otro lado, una serie de nuevos gadgets -como el FuelBand de Nike, Fitbit One y BodyMedia FIT – dicen contabilizar la actividad física durante el día, permitiéndole al usuario saber si se quemó el número necesario de calorías para bajar de peso.
Psicología conductista
Las dietas basadas en la regulación y el autocontrol, en lugar de la abstención de ciertos alimentos, están inspiradas en la psicología conductista.
El escritor y periodista científico David H. Freedman publicó este año en la revista The Atlantic un ensayo titulado «El fin de las tentaciones» en el que argumentaba cómo las ideas del famoso y controversial psicólogo Burrhus Frederic Skinner están en auge gracias a las aplicaciones para hacer dieta.
Después de refutar a los críticos de Skinner, que lo acusan no tener en cuenta las emociones, Freedman dice que «la única premisa del psicólogo era que todos los organismos tienden a hacer lo que el mundo que les rodea les recompensa por hacer».
Aunque esto puede verse como una sobrestimación del poder de las recompensas, varios de los seguidores de Skinner después probaron que las técnicas de modificación del comportamiento moderadas y sin castigos pueden resultar en formas de vida más sanas y productivas, según Freedman
El programa de dietas Weight Watchers, que se hizo popular en los años 70, está basado en teorías skinnerianas, dice el autor.
En él los clientes entran en un programa de consultas y sistema de puntos que regulan su consumo de alimentos, en lugar de prohibirles comer ciertas cosas.
El problema de programas como el de Weight Watchers es su alto costo y la inmensa posibilidad de que el cliente deserte.
Sin embargo, las aplicaciones en Internet compensan estos problemas: son de bajo costo y tienen un elemento social -porque la dieta de cada uno se comparte en redes sociales como Facebook o Twitter- que presiona a la gente para que no se salga de su rutina.
Lost It es una de esas aplicaciones. En ella el usuario escoge un peso deseado y se le plantea un plan de consumo estimado de calorías al día, así como de movimiento físico. Lost It permite compartir los resultados de la dieta «en busca de apoyo». Según números de la compañía, el promedio de sus 10 millones de usuarios ha perdido cinco kilos.
Shape Up también permite compartir, e incluso competir con los otros internautas, los resultados de su sistema de puntos, que tiene en cuenta consumo de vegetales, kilómetros caminados y kilos perdidos, entre otras variables.
Freedman dice que aunque Skinner no incluyó el castigo en su teoría, éste se puede incluir, como lo hace GymPact , una aplicación que le quita US$5 al usuario cada vez que elude su programada visita al gimnasio.
Contabilizar la actividad física
Así como hubo un auge de aplicaciones para regular la dieta en 2012, también surgieron varios dispositivos que permiten calcular las calorías que se queman.
La FuelBand de Nike, por ejemplo, se lleva en la muñeca, registra cada paso y caloría y se pone verde cuando se cumple una marca pretendida. El FIT se parece a un reloj y la empresa dice que está aprobado por científicos. El Fitbit mide cada escalera e incluso la actividad física mientras el usuario duerme.
El periodista de tecnología Farhad Manjoo, en una colaboración para The New York Times , reseñó varios de los gadgets.
«Aunque me permitieron monitorear mi actividad física», dice el experto, «no fueron de mucha ayuda para monitorear mi dieta».
También ensayó varias aplicaciones y encontró que My Fitness Pal es su preferida, porque le permite sumar todos los alimentos que consume y registrar -con un lector de código de barras- y grabar los que come regularmente; además, dice, «tiene una enorme base de datos con más de un millón de alimentos».
Aunque Manjoo no se declara un fanático de estas nuevas tecnologías, reconoce su efectividad en ayudar a las personas a hacerle un seguimiento a su dieta. Y Freedman, que es un entusiasta, asegura que entre ese seguimiento y el autocontrol hay solo un pequeño paso.
Sea con las aplicaciones o con estos nuevos gadgets las personas que quieren hacer dieta o sufren problemas de obesidad tienen una nueva opción. O al menos una ayuda.