Zulma Ojeda, familiar de una de las víctimas de la Tragedia de Once, relató el momento en que se encontró con la Presidente y afirmó: «Nos abandonó, nos dejó, está hecha de mármol»
«Yo no pedí ir ni mucho menos, pero ella me mandó a buscar a la puerta de mi casa, no sé si porque algo le gustó o no le gustó. En parte porque yo también había dicho que la había votado y dije algo muy fuerte, que estaba al lado de pirañas y lo sigo sosteniendo», arranca el desgarrador relato Ojeda, madre de Carlos María Garbuio, quien se encontraba en el primer vagón.
La mujer, en declaraciones a La 1110, recuerda que esa mañana del 22 de febrero al enterarse del accidente sus familiares salieron a buscar a su hijo por las guardias y en la estación, mientras ella se quedó en su domicilio mirando por TV para tratar de encontrarlo entre las personas que estaban en camillas o recostadas en la estación, «pero no quería mirar las listas, yo quería verlo vivo».
«Cuando me encontré con Cristina no prestaba atención porque miraba todo alrededor y pensaba que no puede ser que estuviera ahí porque mi hijo estaba muerto. Tenía ganas de llorar, de gritar, ganas de decirle algo, porque no es que fui a buscar ningún trofeo, fui a decirle que mi hijo estaba muerto y escuchar lo que ella me decía», recuerda de ese momento.
Hasta que finalmente se decidió: «Le dije que no daba más de dolor, que no sabía qué hacer porque no podía explicarle el dolor que sentía. Entonces ella me golpea la mano y me dice ‘no, no sábés lo que es el dolor, todavía no lo sabés'».
En ese momento Zulma quedó en silencio al no encontrar las palabras para expresar lo que sentía: «La Presidente está hecha de mármol», reflexiona.
Pese a que su hijo, de 32 años, todos los días salía en el mismo horario a trabajar, Zulma confiesa que por alguna razón se siente culpable por su fallecimiento. «Voy a vivir con eso y pese a estar con psicólogo y psiquiatra ese pensamiento de mamá no me lo saca nadie».
El dolor no le impidió continuar viajando y asegura que lo hace en el primer vagón, «y miro y calculo en qué lugar seguramente quedó, miro los fierros, los asientos, dónde habrá quedado su cabeza, por el golpe fuerte que tiene en la frente».
Además, brindó detalles sobre su «lucha diaria» para alertar a la gente: «Hago volantes y los entrego para que vean cómo viajan, pero van escuchando música o mirando para otro lado, pensando que voy pidiendo, como otras tantas personas que suben».
Tras enterarse que el bloque de senadores se negó a votar un homenaje a las víctimas, afirmó: «Hoy también lloré. Esta gente que maneja nuestra país, ¿no tienen padres, hermanos? ¿de dónde nacieron? No lo podía creer, estábamos con mi marido y mi hijo y nos quedamos callados».