La pareja, Lindsay de 29, su marido, Darren, de 41 años, se alegraron cuando les dijeron que iban a ser padres. Era el primer hijo de ambos y tras conocer que sería una niña acordaron llamarla Katy.
Prepararon la casa que compartían en Bilston, West Midlands para la llegada de Katy y nada hacía suponer que las cosas no iban a salir bien, según ha contado Darren al ’ Mirror’.
El marido de Lindsay ha explicado que el embarazo lo llevó sin complicaciones, ni siquiera sufrió las habituales naúseas de las primerizas.
Pasada la fecha prevista para el parto los médicos decidieron inducirle el parto. «Las contracciones iban y venían. Nos dijeron que el bebé iba a venir naturalmente, » narró el viudo.
Luego la comadrona descubrió que la niña había muerto en el útero de su madre y que Lindsay debía dar a luz a su bebé muerta. Así se lo dijo a la mujer y a su esposo que no sentía el latido del corazón y el dolor fue muy intenso al conocer la noticia.
Las contracciones continuaron y Lindsay se desmayó. «No estábamos seguros de que era lo que estaba mal, pero ella no recobró el conocimiento. Su corazón latió un poco más, pero ella no despertó», contó el marido.
Una investigación sobre la muerte de Lindsay en el hospital de New Cross Wolverhampton en el 26 de septiembre se ha abierto y levanta la sesión.
La causa exacta de la muerte no se conoce todavía. Darren, quien conoció a Lindsay en 2005, agregó: «Nos fuimos allí de la mano para convertirnos en un tres y, muy rápidamente, Katy falleció y a continuación, Lindsay.
«Todavía no puedo creer cómo ha ocurrido esto. El hospital era estupendo, hicieron todo lo que pudieron. Ellos no han encontrado una causa inmediata de la muerte, y se refuerza mi impresión de que ella tomó la decisión de irse».
Fuente: http://www.telecinco.es