Tom Geoghegan
BBC, Washington
Ariel Castro, quien secuestró y encarceló a tres mujeres durante una década en Cleveland, Estados Unidos, murió esta semana por un aparente suicidio por ahorcamiento en prisión. ¿Es posible hacer una celda a prueba de suicidios?
Castro había sido sentenciado a cadena perpetua, y a 1.000 años más, pero su condena duro sólo unas semanas.
El hombre que raptó, violó y golpeó a tres mujeres durante años, en un crimen que conmocionó a Estados Unidos, fue hallado sin vida.
Los detalles aún se desconocen, pero su muerte plantea la cuestión de cómo pueden diseñarse las celdas para minimizar el riesgo de suicidio o, de hecho, eliminarlo.
«Resistentes al suicidio»
«El término que nos gusta utilizar es ‘resistentes al suicidio’ y no ‘a prueba de suicidio'», dice Lindsay Hayes, experta en prevención de suicidios en prisiones de Estados Unidos.
«Esto significa que uno actúa con la diligencia debida para intentar asegurar tanto como sea posible la seguridad física de una celda, tratando de ser más listo que el preso y mirando a todos los potenciales accesorios y posesiones que tienen o no y tratar de hacer que sea lo más seguro posible», agrega.
«Pero hay ocasiones en que, por estar en esa celda las 24 horas del día, los reclusos tienen el tiempo y la oportunidad de pensar en maneras creativas de suicidarse», explica.
Es de importancia primordial evitar que un preso en situación de riesgo se apodere de algo que pueda usar para atarse.
«No se pueden mantener las sábanas y la ropa lejos de todos los presos, pero si un preso es identificado como en riesgo de suicidio, se le coloca una bata de seguridad y se evita que ciertos elementos entren en la celda», dice Hayes.
Una bata de seguridad es de un material muy pesado y voluminoso como un lienzo, por lo que no se puede romper ni convertir en un torniquete.
Pero incluso teniendo una de estas batas, los presos suicidas buscan algo con lo que engancharlas, lo que las autoridades llaman «anclas».
Medidas
Una celda puede tener un máximo de cuatro rejillas o rejas en las paredes y techos, para ventilación o para cubrir las luces y las alarmas de humo. Un tercio de los suicidios en las cárceles de Estados Unidos se cometen colgándose de estas rejillas.
Para hacerlas a prueba de suicidios, deben tener agujeros de no más de 4,57 milímetros porque de otra manera un preso puede tejer una prenda de ropa o de cama a través de las rejillas, señala Hayes, directora de proyectos en el Centro Nacional de Instituciones y Alternativas.
Ese diámetro se ha convertido en el estándar de la industria para las celdas nuevas.
En segundo lugar, las camas deben ser idealmente de plástico pesado o loza de concreto sólido con bordes redondeados, añade. Y los camarotes de metal deben ser atornillados a ras de la pared con el marco construido de tal forma que no se pueda usar como «ancla».
Un tercer riesgo viene de las cárceles más antiguas que aún tienen barrotes en la celda, pero éstos suelen ser visibles para los funcionarios de prisiones por lo que no se utilizan a menudo.
Alrededor del 90% de los suicidios en prisión en EE.UU. se da por ahorcamiento, y en el 10% restante se utiliza un instrumento afilado o drogas.
Las tasas globales de suicidio se han reducido debido a una mejor investigación, formación y atención.
Hubo 42 suicidios por cada 100.000 presos en cárceles estadounidenses en 2010, frente a 107 en 1986. A nivel de la población general es de 12 por 100.000.
Las tasas de suicidio son más altas en cárceles de Reino Unido.
El número de muertes en Inglaterra y Gales por cada 100.000 reclusos entre 2007 y 2010 fue de 71 en promedio, una cifra que ha disminuido desde 2004, cuando fue de 130.
«Van a encontrar su objetivo»
Sin importar las medidas que se apliquen, los reclusos siempre pueden encontrar una manera, dice Anasseril Daniel, un psiquiatra en Maryland, quien es miembro de la Asociación Internacional para la Prevención del Suicidio (IASP, por sus siglas en inglés) y ha escrito extensamente sobre suicidios en prisión.
«Me he encontrado con situaciones en las que usted puede eliminar todas las anclas potenciales como ganchos y rieles, pero las personas que tienen la intención de suicidarse van a lograr su objetivo», asegura.
Las formas en que lo hacen pueden ser ingeniosas o evidentes, pero a menudo no hay señales de advertencia antes de los suicidios ocurridos en la cárcel, dice el Dr. Daniel.
Mientras que el 90% de los suicidios en la población general de EE.UU. son precedidos por señales de alerta, como la depresión, en las cárceles esa cifra cae a dos tercios.
La mejor medida preventiva es la supervisión humana, dice.
«Es poco probable que se diseñe de forma perfecta una celda a prueba de suicidios, (pero) es importante que todo el interior de cada celda sea visible desde el pasillo. El monitoreo frecuente de los presos en sus celdas es más importante que cualquier diseño. Nada puede reemplazar la supervisión humana como disuasivo para el suicidio».
Dado el costo de mantener a los prisioneros alimentados y vestidos, algunos pueden preguntarse por qué se gasta el dinero en prevenir suicidios.
Sin embargo, el sistema penitenciario tiene la obligación de cuidar a los presos, sostiene el Dr. Daniel, y los derechos de los presos han sido amparados por la Corte Suprema.