¿Convención social o cuestión de higiene? La ducha diaria no ha sido un hábito con pleno desarrollo hasta hace tres o cuatro décadas. Pero por mucho que a un viajero habitual del metro le espante la idea, cada vez son más los estudios que desaconsejan ducharse todos los días.
No parece que sea tanto una cuestión de exceso de higiene, cuanto sí de «mala higiene», especialmente por un exceso de los productos químicos. A principios de año se publicó un estudio liderado por el doctor Richard Gallo, de la Universidad de California en el que se explicaban los motivos que pretenden quebrar un hábito tan común. Así, explicaba el estudio que la capa córnea, que es la más externa de la piel puede verse dañada por el exceso de agua y jabones. Esta capa cumple una función de protección gracias a una serie de bacterias benignas que combaten las infecciones.
Precisamente, abusar de los jabones y del agua puede derivar en una piel seca e irritada. El dermatólogo José Raúl González es contundente: «bañarse varias veces al día y lavarse muy bien en cada baño es más perjudicial que no bañarse. Realmente, bañarse mucho como creemos, no es lo mas conveniente y correcto», afirma.
Considera por tanto que con un baño al día es más que suficiente. «El aseo frecuente de la piel, destruye las barreras protectoras como son el manto ácido, hidro-lipídico y corneo, lo cual rompe el mito de las de personas que creen que entre más limpios, más protegidos están contra las bacterias, virus, hongos y otros microorganismos que atacan la piel; pero lo que ocurre es lo contrario. Es más fácil que éstos penetren en una piel limpia que en una que no esté tan limpia», asegura el especialista.
El uso de jabones con excesivos componentes químicos es el siguiente argumento contra el exceso de duchas.Todos los componentes que entren en contacto con la piel acaban llegando al torrente sanguíneo.
Pero no ducharse tampoco parece una alternativa muy factible, tanto en términos de higiene como sociales. Pero lo que sí existen son una serie de pautas para proteger nuestra piel a la vez que nos mantenemos limpios. Lo primero sería establecer una ducha diaría como máximo, salvo que se realice ejercicio físico. Y lo más importante es que esa ducha debe seguir unas pautas. La más básica sería la de centrar el enjabonado en cuatro partes del cuerpo: genitales, manos, pies y axilas. El resto del cuerpo no necesita ser enjabonado a diario.
El dermatólogo José Raúl González añade algunas otras recomendaciones. La primera versa sobre la temperatura del agua: «El agua debe ser de fresca a tibia, no de tibia a caliente. Jamás debe estar muy caliente porque a la larga va causando cierta flacidez, resequedad en la piel y posteriormente sobreviene el prurito». ¿Y qué hacer en esos días de frío? Pues se puede incrementar la temperatura unos grados pero «nunca a una temperatura tan alta que tire vapor y empaña los vidrios del baño».
Pero este no es el único detalle que hay que tener en cuenta a la hora de cuidar nuestra piel. Una de ellas sería limitar, o más concretamente suavizar, nuestra relación con la toalla. Lo mejor es secarse al aire. Pero si no se tiene tiempo para esperar tanto, hay que secarse de la manera más suave posible. Y con una toalla del material lo más suave posible.
Por último, los jabones que utilicemos deben ser en la medida de lo posible compuestos por aceites vegetales, que ayudan a regenerar el manto protector de la piel y respetan el Ph.
Fuente: http://www.abc.es/sociedad/20140723/abci-beneficios-ducharse-201407221956.html