En el Altiplano de Bolivia, Chile y Argentina se encuentra el Triángulo del Litio. Este metal ubicado entre los alcalinos, también conocido como “oro blanco”, tiene una funcionalidad vital para las tecnologías modernas.
La explotación del litio es imprescindible para fabricar baterías, tanto de vehículos, teléfonos y otros objetos electrónicos.
Las reservas más importantes de este recurso se hallan en el salar de Coipasa, en el Altiplano de Bolivia, Chile y Argentina; el salar de Atacama, que se encuentra en Chile, y el salar de Uyuni en Bolivia.
Con la llegada de este siglo, dicho mineral comenzó a perfilarse como uno de los de mayor potencial económico en la industria tecnológica. Nuestro país ya se está convirtiendo en uno de los principales mercados en su extracción, y podría significar un alivio a la economía nacional.
El oro blanco argentino
Argentina es el país con las mejores expectativas de crecimiento dentro de la industria del litio. Debido a un precio estable alto y a los nuevos proyectos productivos, se estima que para 2025 podría aportar el 10% de las divisas que hoy son aportadas por el campo y la agroindustria.
La evidente importancia de nuestro país en cuanto a este mineral ha atraído inversiones rentables de distintas empresas. Los proyectos de extracción de litio vigentes en el país se ubican en las provincias de Salta, Catamarca y Jujuy.
Los únicos que han iniciado su fase productiva, al momento, son Caucharí-Olaroz (Jujuy) y Fénix (Catamarca). Olaroz es operada por la minera Orocobre Limited, Toyota Tsusho y JEMSE (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado), y posee una capacidad instalada de 17.500 t LCE.
Por otro lado, la estadounidense LiventCorp es responsable de Fénix, y su capacidad instalada es actualmente de 22.000 t LCE. Fenix proyecta una expansión en su capacidad instalada de 40.000 t LCE para el año 2022.
En el caso de Olaroz, se espera que, para aquel año, genere 40.000 toneladas al año de carbonato de litio, duplicando la producción actual de 30.500 toneladas.
Debido a la pandemia, la industria del litio ha experimentado una caída. Sin embargo, los expertos indican que, debido a las perspectivas de crecimiento de la demanda, la actividad sólo ha tenido un breve retroceso, no significando la pérdida de la relevancia de esta industria.
Sus perspectivas de crecimiento para 2021 se calculan en 42 mil toneladas, en comparativa a las 17 mil que se producen actualmente.
La extracción de este recurso para la fabricación de baterías de iones de litio resulta prometedora para el desarrollo de América Latina y el Caribe. También tendrá favorecedoras consecuencias a nivel climático, desplazando el uso de los combustibles fósiles.
Apuesta a las energías renovables
Como sucede con el cobre y el cobalto, el litio es una de las megaestrellas en la aplicación de nuevas tecnologías, ofreciendo una alternativa sustentable ante los peligros del cambio climático que se presentan de forma alarmante.
El litio es la batería del futuro. Los principales proveedores confían en que aún existen muchas posibilidades de mejora en su fabricación, y numerosas fábricas de baterías aguardan su inauguración en esta década.
La producción masiva de baterías, que tendrá lugar en Estados Unidos, China y Corea, posibilitará una reducción en los costos, que desde 2010 han experimentado una caída de aproximadamente un 85%. Este mismo abaratamiento, a su vez, mejorará las perspectivas de este sector.
El número de empresas que se instalan en el continente para extraer litio continúa en aumento, atrayendo inversiones rentables estimadas en miles de millones de euros.
Estas podrían, en un futuro, proveer a los países de América del Sur un potente desarrollo económico, más aún si se concreta la posibilidad de que estas baterías expandan su uso mediante la aplicación en autos eléctricos.
Esta constituye una de las más grandes apuestas del mercado ante el cambio climático.
Según la Real Academia Sueca de Ciencias, la batería de litio es un elemento que ayudaría a alcanzar una “sociedad libre de combustibles fósiles”.
Es notable además, como hemos remarcado, el potencial de inversión que tiene este sector, que ha cambiado de forma radical la industria eléctrica.
Posterior a la pandemia, el litio es el mineral más prometedor en materia energética, una alternativa sustentable y, además, un área de crecimiento para la economía de nuestro país.