Sentado en la parte de atrás del auto Toyota Corolla que manejaba su chofer, Oscar Centeno, el ex secretario de Coordinación del Ministerio de Planificación Federal, Roberto Baratta, abre uno de los bolsos con la recaudación del día, separa parte del botín, y lo guarda en su maletín personal. Ese dinero, según describió Centeno en sus cuadernos de anotaciones que hoy investiga la Justicia, era fruto de coimas que pagaron empresarios vinculados a la obra pública a Néstor y Cristina Kirchner.
La escena ocurrió el 14 de mayo de 2009. Algunos meses más tarde tendrían lugar las elecciones legislativas recordadas por la derrota del ex mandatario ante Francisco De Narváez en el siempre difícil terreno de la provincia de Buenos Aires, cuando el empresario todavía mantenía su alianza política con Mauricio Macri y con el peronista Felipe Solá.
Ese día de mayo, como otras tantas jornadas de trabajo, Centeno trasladó a Baratta y al ex director de Energías Renovables, Ezequiel García, desde la sede del Ministerio hasta Puerto Madero. El primer destino era una empresa reconocida, y el propio Baratta se encargó de la recaudación: subió al piso 26 y regresó con dos bolsos repletos de dinero. Según Centeno, y como informó el diario La Nación en la transcripción de las anotaciones del chofer, la dádiva empresarial era de –aproximadamente– 2.600.000 de dólares.
La segunda parada del día era otro punto de encuentro en el centro porteño. Ahí, además de Baratta, intervino García, quienes se hicieron con otros dos bolsos a tope. La entrega de todo lo recaudado, como en otras ocasiones, era en el departamento de la familia Kirchner, en Juncal y Uruguay, más precisamente en Uruguay 1306. Allí los esperaba Daniel Muñoz, el ex secretario de Néstor Kirchner que murió en 2016. Baratta ya se había quedado con su parte.
Las anotaciones de Centeno, además, revelan algunos episodios de sospechas y persecuciones por la recaudación apócrifa y paralela que se coordinó desde Planificación Federal. Uno tuvo lugar el 27 de mayo de 2010. Los protagonistas son Baratta, García y Hernán Gómez, ex asesor de De Vido. Otra jornada exitosa, según el chofer, hasta que una camioneta Hilux encendió las alarmas.
Centeno creyó que los estaban siguiendo y Baratta, preocupado, le ordenó una serie de maniobras para «perder» al rodado; al mismo tiempo, el ex funcionario llamó al jefe de la custodia de De Vido, Fabián Gómez, para que investigue la patente, pero el incidente no pasó a mayores. Enterado de lo que pasó, De Vido ordenó «tener los ojos bien abiertos».
Centeno y sus jefes vivieron otra situación similar el 22 de octubre de 2015, tres días antes de las elecciones presidenciales. Esta vez, el chofer trasladaba a Nelson Lazarte, un hombre de extrema confianza de Baratta, hacia la calle 3 de febrero al 2750. El resultado fue el mismo: un bolso lleno de dinero.
«Cuando salimos a la calle, en la esquina se nos quiso cruzar un auto Aveo, chapa J249. Es lo que recuerdo. Y nos seguía persistentemente. Y en Avenida del Libertador, cuando veníamos por Congreso, en el primer semáforo me adelanto en contramano hasta cruzar y seguir rápidamente. Con esta maniobra lo despisté y volvimos al Ministerio», escribió Centeno en su cuaderno. Este hecho llegó a oídos de Baratta, que imitó a su jefe: también pidió estar «con los ojos bien abiertos».