El peso ratificó ayer su cómodo liderazgo entre las monedas más devaluadas del mundo frente al dólar estadounidense en lo que va del año, al cerrar en un nuevo mínimo histórico. La divisa abrió este martes a $26, 50 la nueva era del dólar sin techo oficial. A la depreciación del 35,8% promedio que había acumulado cerrada la semana 23 le agregó ayer otra baja del 2,7%, con lo que pasó casi a duplicar la caída que en igual lapso tuvo la lira turca (19%) y a superar en 2,4 veces la que sufrió el real en Brasil.
Los datos no hacen más que confirmar que, aunque las pérdidas de valor frente la divisa de Estados Unidos constituyen un fenómeno global relacionado con el fin de la era del dólar barato (que se abrió a consecuencia de la fórmula de resolución -con emisión- de la crisis subprime), la moneda argentina continúa bajo ataque aunque el mercado ya se pregunta si eso sucede pese o precisamente gracias al millonario acuerdo de financiamiento recientemente anunciado con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La duda se relaciona con las condiciones que el organismo fijó para aprobar el acuerdo y las restricciones que impuso al Banco Central (BCRA) para que deje de dilapidar reservas, las que apuntarían a propiciar una rápida corrección del abultado déficit de cuenta corriente por la vía del ajuste cambiario.
Lo concreto es que el nuevo y brusco salto del dólar en la plaza local se produjo en una rueda de pocos negocios (se operaron de contado apenas US$538 millones) que había arrancado tranquila y que se complicó sobre el cierre por la marcada reticencia del sector privado a vender dólares y la sostenida presión que mantiene, pese al alza en los precios, la demanda.
Hasta los últimos días ese gap lo cubría la oferta pública para tratar de dosificar la escalada. Pero ayer el mercado debió operar sin posturas oficiales (ni del BCRA, ahora más limitado, ni del Nación, por cuenta del Tesoro), lo que llevó a que el precio del billete se disparara en minutos porque «acá nadie vende», observó el economista Fernando Camuso.
«El dólar mayorista había abierto ligeramente ofrecido con algunas ventas agresivas de oferta financiera pero luego la demanda presionó y al no encontrar oferta oficial ni liquidaciones de exportadores en cantidad, impulsó la cotización», refirió Agustín Álvarez, de GLCapital.
«El billete estaba operando en torno de $25,40/50 y de repente desaparecieron los vendedores. Llegó a verse en el sistema que ofrecían pagarlo a $26,50 pero el máximo efectivamente operado fue $26,20», explicó en su reporte la corredora ABC.
En este contexto, la divisa cerró la jornada a un promedio de $ 25,99 y 26,10 para compra y venta mayorista, con un aumento de 79 centavos (3,1%) respecto del nivel de $25,31 al que había quedado el viernes. Siguiendo esta tendencia, el minorista ajustó de $25,95 a $26,44 (+1,9%), según el promedio que releva el BCRA, al no llegar a captar la corrección total que había registrado la divisa en las grandes operaciones.
Hasta el jueves el BCRA había mantenido una megaoferta de venta por hasta el 10% de sus reservas a $25 para tratar de evitar una mayor devaluación del peso. Según había explicado su titular, Federico Sturzenegger, ese valor se había definido entonces como «frontera» porque se lo consideraba «fuera de escala», lo que reducía las chances de que el mercado lo desafiara. Pero desaparecida esa oferta la presión devaluatoria se volvió a hacer sentir, pese a que las tasas de interés se mantienen en niveles nominales récord.
«Esto muestra que el mercado no veía los $25 como un precio de equilibrio, lo que hace que, por ahora, la flotación implique mayor volatilidad y devaluación del peso. Aun así, intuyo que si el acuerdo con el FMI hubiera decepcionado en montos hoy estaríamos viendo el dólar bastante más arriba», explicó Martín Vauthier, economista director del Estudio EcoGo.
«El acuerdo permitió encapsular parte del castigo al peso y al riesgo argentino, pero no nos desacopla del riesgo emergente ni regional. Y hay que mirar que siguen en baja la lira, el peso mexicano y el real, pese a la fuerte intervención con swap del Banco Central de Brasil del viernes», observó Erico Ritondale, de EconViews.
«Creo que más allá del acuerdo sigue habiendo cierta idea de que el dólar está ‘atrasado’ y que posiblemente el Gobierno no vea con malos ojos dejarlo subir este año un poco más para tener más margen para atrasarlo el año que viene, cuando hay elecciones. Los $25 eran evaluados como insuficientes para corregir la cuenta corriente en la magnitud requerida», sostiene el economista Martín Alfie, de Radar Consultora.
Su colega Hernán Hirch intuye que el acuerdo con el FMI precisamente propició dejar el dólar libre como «agujerito necesario para que la economía ajuste lo que tenga que ajustar, al dejar abierta la puertita para que los pesos vayan al dólar».