El ex presidente brasileño Lula Da Silva pasó su primera noche detenido en la prisión de Curitiba
Luiz Inácio Lula da Silva se convirtió este sábado en el primer ex presidente brasileño encarcelado por un delito común y en la mayor presa de la Operación Lava Jato, que desde hace cuatro años sacude a una clase política gangrenada por la corrupción. El ex mandatario llegó por la noche en helicóptero a la sede de la Policía Federal de Curitiba, donde una celda de 15 metros cuadrados con baño privado fue especialmente acondicionada para alojarlo. Tendrá derecho a una visita semanal de familiares cercanos y durante dos horas al día podrá tomar baños de sol, es decir, tener recreos al aire libre. Lula, de 72 años, fue condenado a 12 años y un mes de cárcel por el juez Sergio Moro, figura emblemática de Lava Jato, que lo consideró beneficiario de un apartamento de lujo ofrecido por una constructora a cambio de facilidades para obtener contratos con Petrobras. El ex dirigente sindical, que enfrenta otros seis procesos penales, se declara inocente en todos. Frente a la sede policial, varios centenares de personas festejaron su llegada con fuegos artificiales, cornetas y silbatos, dando vítores a la República de Curitiba, la ciudad denominada Capital de Lava Jato. Gracias a esta detención existe ahora una pizca de esperanza en Brasil, de justicia, dijo Felipe Ploencio, un guardia de seguridad, de 26 años. Del otro lado de un vallado tendido por la policía, había igualmente unos cientos de lulistas. Lula fue el mejor presidente de Brasil, hizo una revolución social, su prisión es injusta e ilegal, afirmó Eunice Campos, una psicopedagoga de 60 años. Lula se entregó a la policía en el Sindicato de Metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, en el cinturón industrial de Sao Paulo, donde estaba atrincherado y rodeado por sus seguidores. Lula trató en su mitin de alentar a sus partidarios, rodeándose de jóvenes candidatos de otros partidos de izquierda y reafirmando un programa de defensa de los derechos sociales y de las empresas nacionales. Su detención es un nuevo golpe para su fuerza política, el Partido de los Trabajadores (PT), después de la destitución en 2016 de la presidenta Dilma Rousseff, su heredera política, acusada de manipular las cuentas públicas, y de la detención o la acusación de muchos de sus dirigentes históricos. Queda por ver ahora quién puede capitalizar la detención de Lula y si el dirigente indiscutible del PT puede, desde la cárcel, transferir su electorado a otro candidato. Los abogados de Lula interpusieron hasta último momento recursos para impedir su encarcelamiento. Uno de ellos consistió en cuestionar ante la corte suprema la posibilidad -vigente desde 2016- de comenzar las ejecuciones de penas a partir de una condena firme en segunda instancia. El Supremo Tribunal federal (STF) rechazó su demanda, pero uno de sus jueces dijo que pretende plantear una moción el próximo miércoles, para discutir una medida cautelar que libere a aquellos que aún no hayan sido condenados por una tercera instancia judicial. Una decisión que sacaría a Lula de la cárcel más rápido de lo previsto. Y a muchos otros presos más de Lava Jato. Otro juez del STF denunció una operación de sofoco de las investigaciones. En otra ala de la sede de la PF en Curitiba purga su pena de 12 años de cárcel Antonio Palocci, que fue ministro de Hacienda de Lula y uno de los hombres fuertes del PT, pero dispuesto ahora a negociar una delación premiada contra su ex jefe. La Operación Lava Jato condenó a decenas de empresarios y políticos. El presidente conservador Michel Temer fue objeto de dos acusaciones por parte de la Fiscalía General, pero ambas fueron bloqueadas por la Cámara de Diputados, donde decenas de legisladores se hayan igualmente en la mira de la justicia.