El mal estado de la infraestructura militar generó 30 muertes desde 2003
El estado de los recursos con los que operan las Fuerzas Armadas vuelven a estar en la mira a raíz del operativo de búsqueda hallazgo y rescate del submarino ARA San Juan. Es que entre los familiares de los 44 tripulantes que iban a bordo ya hubo críticas por el estado del sumergible y los peligros que enfrentan los marinos en cada misión. Es que no son los primeros que viven una angustia de este tipo. Los accidentes e incidentes con material antiguo han causado en repetidas oportunidades tragedias de este calibre, como la que vivieron los treinta efectivos que murieron en causas vinculadas con vehículos y equipamientos anticuados en los últimos 15 años. Desde 2003, 19 efectivos murieron en accidentes con aviones de la Armada, el Ejército y la Fuerza Aérea. Todos ellos contaban con equipamiento anticuado, al borde de su aparente vida útil. El último de ellos sucedió en la base de Villa Reynolds, San Luis, cuando un mecánico murió por el choque de un A4-AR contra el hangar, en 2015. Dos años antes, un par de pilotos habían logrado eyectarse de otro A4 y lograron salvar su vida en Santiago del Estero. Un mes antes, dos efectivos de las Fuerzas Armadas habían fallecido en un accidente EMB-312 Tucano, una unidad de entrenamiento. Los casos se repiten a lo largo de los años y comprenden a las tres fuerzas: en 2006, dos efectivos del Ejército fallecieron al caer el avión Mohawk Grumman OV-01 que operaban; otros dos uniformados de la Armada perdieron la vida en un accidente con un MC 32 Aermacchi en la base de Punta Indio. Son unidades con muchos años, propias de una colección clásica antes que un ejército moderno: el Grumman tuvo su primer vuelo en 1959, el MC 32, dos años antes. Los incidentes no sólo afectan a las naves más viejas. En octubre último, dos pilotos de la fuerza aérea lograron saltar del Grob TP 120 que comandaban pocos segundos antes de que se estrellara. Activaron sus paracaídas a tiempo. Los Grob son aviones de entrenamiento que vuelan desde 2010, fueron provistos por una firma alemana en alquiler a Fadea, durante la gestión que lideró La Cámpora de la fábrica de aviones. Los treinta casos fatales, relevados por el diario Perfil en base a fuentes periodísticas y comunicados oficiales de las fuerzas, incluyen también a ocho pilotos que fallecieron por dos accidentes en helicópteros, en 2004 y 2005. También hay dos efectivos que murieron en las bases antárticas, que fueron construidas en la década del 50 y nunca fueron plenamente actualizadas. Un efectivo de la Fuerza Aérea falleció en la Base Marambio cuando un portón del hangar se le cayó encima en 2016. Dos años antes, un integrante del Ejército murió por una explosión al manipular residuos. El manejo de la basura en la Antártida, algo que está estrictamente regulado por el tratado internacional que regula el continente blanco, pero en la Argentina por el ajustado presupuesto se acumulan residuos de varias campañas. Una de las víctimas más jóvenes fue el aspirante salteño de 17 años que falleció durante un ejercicio en la Escuela de Suboficiales del Ejército «Sargento Cabral». Según consignó Crónica, murió cuando la torreta de un tanque cayó sobre él. Este año, un enfermero del Ejército murió cuando saltó del Unimog que conducía porque había perdido los frenos y se dirigía hacia un tanque, durante un entrenamiento con munición en el campo de instrucción Los Cerrillos, en Azul. Fue en septiembre, la noticia pasó prácticamente desapercibida. (Fuente: Perfil)