El perfil de Nahir Galarza: perversa, celosa y controladora
Quienes asistieron a la primera audiencia en la que Nahir Galarza se negó a ampliar su declaración tras confesar haber asesinado a su novio Fernando Pastorizzo, calificaron la secuencia como «imperturbable». Sucede que con esa palabra la querella y el fiscal trataron de describir el momento en el que vieron y escucharon hablar a la joven, quien emanaba frialdad y falta de remordimiento, pese a que sólo dos días atrás había admitido su autoría en el homicidio de Pastorizzo, con quien mantenía un tormentoso vínculo sentimental desde hacía cinco años. Nahir es estudiante de abogacía, tiene 19 años y un promedio ideal. Jugaba al hockey y era una de las goleadoras de su equipo. Su cuenta en la red social Instagram estaba plagada de fotos hot en las que ostentaba su trabajada figura, a la que le dedicaba todas las mañanas varias horas de gimnasio. Era vista como la la «hija perfecta». Sin embargo, aquella adolescente es la misma que acribilló de dos balazos a su pareja durante la madrugada del 29 de diciembre. El primero de los impactos ingresó por la espalda, el otro, por el centro de su frente. Acto seguido, la atacante bandonó con frialdad la escena del crimen. Regresó a su casa. Dejó el arma reglamentaria de su padre sobre la heladera y se fue a dormir, como si nada hubiese ocurrido. Laura Quiñones Urquiza, diplomada en criminología criminalística y especializada en técnicas de perfilación criminal, dio su parecer sobre el perfil criminológico de Nahir y aseguró: «Se trata de alguien que no desea perder el control. Que no está dispuesto a confrontar con la víctima. Que no está dispuesto a acercarse a la hora de matar. Tiene el control de la escena, pero no desea arriesgarse, porque acercarse a la víctima conlleva un riesgo grave, que sería su inesperada respuesta; entonces cuando se saben más débiles no se acercan». La escena del crimen no es un tema menor para la especialista: se trata de una calle oscura, de tierra, poco transitada y ubicada a pocas cuadras de la casa de la abuela de Nahir, a donde Fernando la llevaba en moto. «La oscuridad del lugar también me habla de cierto escenario que más o menos propicia la comisión de este delito. Porque no es un día a la mañana donde pasa gente. Ahí se observa alguien que no desea perder el control. Tiene control de la situación. Conoce las vías de escape. Que ha estado allí antes», consideró Urquiza en diálogo con el diario El Día de Gualeguaychú. Y amplió: «Conoce la diferencia entre el bien y el mal. Por eso hay un escape, un ocultamiento. Por eso hay una respuesta a un llamado de teléfono de la madre de la víctima al cual dice ‘yo no sé nada’. Posterior al hecho hay una continuación de la simulación, para tratar de desviar la investigación para situarla lejos de ella». «A veces uno confunde lo que es la frialdad. Si se diera el caso que ella mató por celos, hay un sentimiento y de frialdad no tiene nada. No es una persona fría. Por lo general, a algunas personas uno los ve fríos a la hora de matar o que no muestran remordimiento y es porque en sus cabezas piensan que lo que hicieron era justo y que tendrían que haberlo hecho hace mucho tiempo, y que hacerlo acabó con algo que les traía mucho displacer o mucha preocupación; y lo que hicieron fue un acto de reivindicación. Si uno mata por celos lo que no tiene es indiferencia precisamente», siguió la especialista. Por último, analizó el perfil de la joven en Instagram y señaló que no se condice con la represión psicológica que manifiestan aquellas mujeres que, tal como intentó instalar la defensa de Nahir, padecen violencia de género. «Por lo general una víctima de violencia de género tiene vergüenza, tiene el ego por el suelo. Entonces le resulta opuesto a lo que siente expresarse con fotos hot, por ejemplo en Instagram. Si estás en una relación violenta con un hombre que es tu pareja o ex pareja lo primero que ocurre es que la autoestima no existe. Entonces no tienes ese brillo, esas ganas, ese impulso de mostrarte. Te sientes rea