Por Patricio Caruso | Tras el ofrecimiento fallido a Randazzo, Cristina y Zannini desplegaron el esquema para conservar el poder después de 2015
El plan de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner para conservar poder una vez que tenga que abandonar la Casa Rosada quedó al descubierto primero el martes, cuando colocó a Zannini como candidato a vicepresidente de Daniel Scioli; y continuó el miércoles, cuando intentó convencer a Florencio Randazzo de compita por la gobernación bonaerense.
El encuentro con el ministro del Interior y Transporte fracasó, pero la mesa chica del gobierno mantiene su estrategia: ubicar “militantes leales” del proyecto K en posiciones estratégicas si el Frente Para la Victoria logran imponerse en las elecciones de octubre. Y, si eso ocurre en ese caso, obligar al gobernador bonaerense a negociar con la propia Cristina cada proyecto de ley que necesite impulsar.
Zannini funcionaría como una especie de Caballo de Troya, siguiendo de cerca los pasos del motonauta en la Casa Rosada. Además, sería el encargado de mantener el orden en el Senado como presidente de la cámara. Nadie duda de la fidelidad del actual secretario, al que muchos consideran como uno de los ideólogos del modelo K.
El oficialismo especula con la posibilidad de arrasar al macrismo en las PASO, que debe medirse en internas con Ernesto Sanz y Elisa Carrió. Con ese impulso, el FPV alcanzaría la mayoría parlamentaria en los comicios generales de octubre y volverían a elegir al presidente de la Cámara de Diputados.
Allí tampoco se puede andar con vueltas: trascendió que el propio Máximo Kirchnerpodría ingresar al recinto como diputado por Santa Cruz. En caso de que no acepte, también hay un plan B para presidir la cámara baja, que se desprendió de la tensa reunión con Randazzo.
El ministro había llegado a Olivos con la renuncia redactada. Cristina y Zannini apostaron al diálogo: le ofrecieron la compañía de Eduardo “Wado” de Pedro como candiato a vicegobernador y un muy generoso presupuesto para su potencial gestión bonaerense, informaron a Perfil.com fuentes cercanas al ministro. Así, Randazzo no hubiese sufrido con Scioli lo que el propio motonauta pasó con CFK: una dependencia absoluta de los fondos nacionales que le ató las manos frente a la Casa Rosada. además, quedó en claro que sería el único candidato del Frente Para la Victoria en el principal bastión electoral.
En ese escenario, Aníbal Fernández sería el primer candidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires. Eso sí, tenía que ser el propio Randazzo el que traccione los votos bonaerenses. El ofrecimiento no alcanzó: ahora el candidato a gobernador debe salir de entre el jefe de Gabinete, Fernando Espinoza o Julián Domínguez.
El titular de la comisión de presupuesto y hacienda podría ser otro «irreversible» del kirchnerismo. Semanas atrás, Scioli intercambió elogios públicoscon Axel Kicillof, lo que pareció ratificar su permanencia en el cargo como ministro de Economía durante el hipotético gobierno de Scioli.
Pero la mesa chica no ejerce la confianza a ciegas : temen que el motonauta no cumpla con su palabra y el economista se quede con las manos vacías. Por eso, en la agitada jornada de ayer también trascendió que Kicillof podría encabezar la lista de diputados nacionales por la Ciudad.
El kirchnerismo está convencido de que puede convertir a Scioli en un “presidente consorte” y reducir al jefe del Ejecutivo en una figura protocolar. Nadie sabe si, efectivamente, los peones del ajedréz kirchnerista responderán a un rey que no está en el tablero. Pero en el tenso armado estratégico, a Cristina se la nota convencida.
(*) De la redacción de Perfil.com. En Twitter: @PatoCaruso