Entre fines de 2012 y lo que va de este año, se fueron del país una serie de empresas multinacionales, espantadas por las dificultades de la coyuntura política y económica. Las que no se fueron, se replegaron y esperan que las condiciones para hacer negocios mejoren. Las multinacionales, aun las latinas, nunca tuvieron buena imagen en el país. Pero su rol en la economía es muy importante, ya que generan trabajo para las Pyme locales y, muchas veces, la oportunidad de que éstas se internacionalicen. En los últimos 10 meses, siete empresas anunciaron su partida de Argentina: la canadiense Agropur, dueña de la mitad de La Lácteo; Vale, que no llegó a concretar su megainversión en Mendoza; Jazztel, dueña en Córdoba del call center Jazzplat; Deca Piazza, fabricante brasileña de sanitarios y grifería; América Latina Logística (ALL), a la cual el Estado le expropió los ramales Urquiza y Sarmiento por considerar que no hizo las inversiones necesarias; Sealord, dueña de la pesquera Yuken en Tierra del Fuego y NII Holdings, operador de Nextel, que anunció su plan de vender su red e irse del país. También se fueron una decena de marcas de indumentaria y accesorios Premium, por la dificultad de importar y la imposibilidad de fabricar sus productos en el país (ver aparte). Otras multinacionales dejaron el país previamente, aunque en contextos diferentes. Entre ellas están la española Repsol, en medio de una disputa aún no saldada con el Gobierno por la tenencia de YPF; la norteamericana Sykes Enterprises, que dejó en febrero de 2011 el call center Apex América para concentrarse en otros mercados internacionales, y la también estadounidense Tyson Foods, que dejó el frigorífico Carnes Pampeanas a fines de 2011. Las recientemente alejadas, la mayor parte empresas brasileñas, entraron al país en los primeros años de la posconvertibilidad, cuando la competitividad cambiaria y la proyección de crecimiento de la economía argentina eran factores muy prometedores para la inversión extranjera. Pero a partir de 2012, Argentina cambió sustancialmente, dejó de crecer a tasas altas y se acrecentaron las restricciones al comercio y al movimiento de capitales, dos aspectos claves en el funcionamiento de las multinacionales. “A diferencia de las empresas chilenas o europeas, grandes protagonistas de la inversión extranjera directa en el pasado, las empresas brasileñas que llegaron luego de la caída de la convertibilidad se concentraron en el sector industrial, muchas de ellas impulsadas por la resonancia que alcanzó Brasil en el mundo como miembro del BRIC (las economías emergentes más importantes) y gracias a la financiación del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES)”, explica Mauricio Claverí, economista coordinador Comercio Exterior de la consultora Abeceb.com. Para el economista, el freno de la economía en 2012 y las bajas proyecciones de crecimiento de Argentina para este año y el próximo (en torno al tres y dos por ciento, respectivamente) desalentaron a las empresas. Pero el mayor problema es político e institucional. “Los factores que más influyeron en la partida de estas empresas son los desequilibrios macroeconómicos (inflación, déficit fiscal, etc.), las restricciones a las importaciones, la prohibición de girar utilidades al exterior y un hecho que es clave: la mayoría tiene que invertir en dólares al tipo de cambio oficial y, si pueden, sacar utilidades al tipo de cambio del dólar ‘contado con liqui’, con lo que terminan perdiendo”, indica Claverí. Según Marcelo Elizondo, titular de la consultora DNI y exdirector de la Fundación ExportAr, una empresa extranjera “que se instala en el país no viene para no poder sacar sus utilidades; muchas de estas empresas se cansaron de las dificultades para conseguir insumos o repuestos importados o no los podían nacionalizar. Ninguna de ellas se imaginaba que a los pocos años de estar en Argentina se encontrarían con estas dificultades”.
En solo 10 meses 7 grandes empresas decidieron abandonar Argentina
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