Se trata de Ciencias de la atmósfera, más conocida como Meteorología, solo se reciben cinco estudiantes por año pese a que no hay ningún profesional desocupado. «Hay provincias que ni siquiera tienen un meteorólogo. Hacen falta cientos», alertan.
El año pasado solo se recibieron cinco meteorólogos en Argentina. No es una excepción. En realidad es el promedio nacional del último tiempo. Es que, más allá de que se los suele asociar con el presentador que da el pronóstico cada día en televisión, es una carrera compleja, que requiere conocimientos muy técnicos de matemática y física.
Hoy solo hay 180 estudiantes en el país, pero hay un dato alentador para todos ellos: cuando terminen la carrera -a veces también antes- van a conseguir trabajo de lo que estudiaron. Según los relevamientos, no hay un solo meteorólogo desempleado.
«Hay empleo pleno. Si hay meteorólogos sin trabajo, es porque no se dedican a la meteorología. Todos los egresados consiguen trabajo o becas de investigación del CONICET, incluso muchos estudiantes son buscados», confirmó a Infobae Álvaro Scardilli, presidente del Centro Argentino de Meteorólogos (CAM).
Hoy se celebra el día del meteorólogo argentino, justamente por la fecha de creación del CAM. Menos de 1.000 personas, entre licenciados, técnicos y observadores, podrán festejarlo. De esos 1.000, menos de 500 corresponden a graduados de carreras de grado. La complejidad se combina con la escasa oferta académica.
Solo dos universidades dictan la carrera: la de Buenos Aires y la de La Plata. Se trata de una licenciatura de cinco años a la que, en la UBA, se le suma el CBC. «Antes la carrera era Ciencias meteorológicas porque tenía aplicación solo en el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) y en la aviación. Ahora es Ciencias de la atmósfera porque es mucho más abarcativa. Se abrieron ramas como recursos hídricos, agricultura, impactos del cambio climático, cuestiones de interacción entre la atmósfera y los océanos, y temas vinculados a la salud», precisó a Infobae Inés Camilloni, secretaria académica de la Facultad de Exactas y profesora de la carrera.
En Exactas, el CBC deja en el camino al 50% de los estudiantes. De ese 50% solo la mitad se recibe. Camilloni estima que este año el número de graduados en Ciencias de la atmósfera subirá por encima de 10 producto de las becas que reciben muchos de los alumnos. El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, junto al SMN, otorgan 8.000 pesos por mes a los alumnos.
Durante la cursada, el alumno se topa con materias como dinámica de la atmósfera, cálculo numérico y convección y microfísica de nubes. Cuando se acerca el final de la carrera, los estudiantes se especializan en algunas de las ramas: agrometeorología, contaminación, climatología, cambio climático, tormentas y fenómenos severos.
Los salarios son «medios». En general, los meteorólogos cobran más que los graduados en otras áreas superpobladas, pero menos que otros profesionales muy requeridos como los ingenieros. Buena parte de eso, explican, se debe a que la mayoría de los empleos pertenecen al sector público.
La salida laboral por excelencia es el Servicio Meteorológico Nacional, donde faltan profesionales. Las Fuerzas Armadas y la Marina también requieren meteorólogos para definir la viabilidad de sus operaciones. El campo es otro sector que necesita profesionales: el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) incorpora pronosticadores para saber qué hacer con las cosechas. Las aerolíneas y consultoras privadas también están a la búsqueda.
«Es una profesión trascendental para la actividad económica. Los países más desarrollados invierten miles de millones de dólares para impulsar la disciplina y es una inversión que da rédito. Hay provincias que ni siquiera tienen meteorólogos. Hacen falta cientos», sostuvo Scardilli.
Hay un área, sin embargo, por el que los meteorólogos son más conocidos, en muchos casos cuestionados: los medios de comunicación. «Lo que deberían hacer los presentadores del tiempo, que a veces no son meteorólogos, es citar la fuente de donde obtuvieron el pronóstico. Y, sobre todo, no agregar opiniones a eso, como poner en duda un alerta meteorológico. Eso es gravísimo. El alerta es muy complejo de predecir como para que alguien lo desacredite», remarcó el presidente del CAM.
Al respecto, impulsan un proyecto de ley para que los comunicadores citen la fuente del SMN -o de una consultora privada- cuando dan un pronóstico. Ya recibió media sanción en Diputados, pero todavía no llegó al Senado. Al mismo tiempo, quieren lograr una ley que regule la profesión. El objetivo: generar conciencia de que «todos los usuarios de meteorología necesitan de meteorólogos».
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