Por lo general, las personas se ven a si mismas como seres maduros.
Esto puede que sea cierto en el plano físico y biológico; pero en lo interno, lo psicológico y emocional, muchas veces se comportan como niños vulnerables y temerosos que sólo buscan ser aceptados y amados.
Además, pareciera que no se percatan que en su cotidianeidad y sobre todo en sus relaciones, repiten con diferentes personas conductas no resueltas de su pasado emocional que no han sido procesadas correctamente durante la niñez.
Esto, como un retrato gigante se repite y se les muestra en el afuera una y otra vez con más fuerza, para que en algún momento puedan verlo y sean por fín sanadas.
Como ejemplo, podemos observar que a veces en determinadas situaciones, reaccionan y descargan emociones de manera desmedida con alguien que no tiene nada que ver con lo que los aqueja realmente, tal vez por miedos, broncas u otras causas, cobrándole factura a esa persona sobre cuestiones que han sucedido con otras.
Lo que ocurre es que el Inconsciente trae lo pasado al presente actual para revivirlo y así echarle luz al asunto y con suerte sanarlo.
Todos proyectamos en los demás: amigos, hijos, pareja íntima, padres, hermanos; temas emocionales que no se han logrado resolver durante la niñez.
Celos, envidias, temores, inseguridades, etc. tal vez sean temas con los que no se ha conseguido hacer las paces, aunque se puede pensar que se los superó, pero igualmente continúan operando a nivel inconsciente.
En realidad, como el universo es un espejo enorme de nosotros mismos y por lo tanto es un reflejo de nuestra interioridad, lo que observamos fuera de nosotros, a nuestro alrededor, no es más que la proyección. Igual que en las películas que vemos en las pantallas de cine o televisión, proyectamos nuestra interioridad en el mundo circunstante y lo creamos por medio de estas proyecciones.
Esto también significa, que lo que no te permitas experimentar como propio, tal vez por sentir que son cosas malas y vos sos bueno, lo colocaras en el exterior depositando esos sentimientos en los demás porque el malo será el otro, y así te liberas de sentirte malo.
La relación de pareja es uno de los vínculos
que más permite crecer y evolucionar, porque se depositan en ella todas las
cuestiones internas no resueltas: miedos, reclamos, exigencias, reproches,
necesidades, así como amorosidad, compañerismo, lealtades, complicidad, etc.
Emociones, sentimientos y maneras de comunicarnos que
hemos aprendido en la niñez en nuestra familia de origen y de nuestros padres y
mayores.
Si tus padres se han separado y padeciste esa situación de niño, seguramente te embargaran temores a no repetir esa historia para que tus hijos no sufran lo que sufriste vos.
Sin embargo, al no tener procesados y resueltos esos miedos, por más empeño que le pongas, es muy probable que busques inconscientemente, una pareja con quien puedas recrear aquéllas emociones infantiles no elaboradas, de manera tal que actualices esos temores y los revives buscando por fin poder darles un corte y soltarlos una vez que esten sanados, liberándote de ellos y del dolor que ello te causó en el pasado.
Tal vez hayas padecido tanto la separación de tus padres, que aun a costa de dejar de lado tus deseos más profundos, decidas continuar hasta el final de los días con una pareja disfuncional, porque el temor a la pérdida y a la soledad, puede ser terrorífico para vos y perduras en una relación chata, donde el amor se ha desvanecido hace tiempo, pero a la vez le pones empeño para que esta relación subsista aunque ello te haga sufrir.
O tal vez, ni siquiera te atrevas a reincidir en una relación de pareja pensando que el tiempo todo lo transforma, intentando evitar de esta manera desilusionarte.
En fin, elegirás pareja de acuerdo a tus modelos parentales. Parecido a papá o mamá, esperando que el otro te brinde lo que ellos no te dieron, o con la esperanza inconsciente de cerrar una brecha interna que no has podido sanar en su momento.
Nuestra historia nos marca y es constitutiva de lo que somos en la actualidad y de cómo nos sentimos, Aunque pensemos que el pasado ya no existe, estamos profundamente marcados por él y somos su resultado.
El pasado no se puede modificar porque ya pasó, pero sí se pueden modificar las marcas e impresiones que nos quedaron de él y que nos atraviesan y acompañan a lo largo de toda la vida.
Lic. Laura Fichendler
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Lic. Laura