La relación del usuario medio con WhatsApp es un poco de amor-odio. Todos sabemos que no es muy seguro que digamos, que hay otras alternativas a priori mejores y que la privacidad está algo difuminada, como en todos los servicios de comunicación que han aflorado en los últimos años. Todos lo sabemos, pero seguimos ahí. Al fin y al cabo, ahí están nuestros amigos y, sin ellos, las redes sociales y los chats no tienen ningún sentido.
¿De veras nos preocupan estas cuestiones? Yo diría que sí, y más ahora que la NSA y sus polémicas nos han recordado que lo personal no siempre lo es tanto y que debemos andarnos con cuidado cuando navegamos por la Red. Entonces, ¿por qué casi nadie se molesta en leer el contrato vinculante que acepta cuando se registra en un servicio como WhatsApp? Pues, oye, porque estamos muy liados y son documentos muy largos y aburridos
Lo entendemos perfectamente, os acompañamos en el sentimiento, y por eso hemos decidido hacerlo nosotros. Con la ayuda del jurista TIC Jorge Morell (@Jorge_Morell), autor de la web Términos y Condiciones, trataremos de dar respuesta a diez sencillas preguntas.
¿Para qué podrán usar tus contenidos?
Al enviar “actualizaciones de estado” mediante WhatsApp, les concedes una licencia no exclusiva, gratuita, sublicenciable y transferible para usarlas, reproducirlas, distribuirlas, crear obras derivadas a partir de ellas, exhibirlas o comunicarlas. Pero, ¿qué entiende la empresa por “actualizaciones de estado”? Pues tu estado, tu foto de perfil, la información sobre tu última hora de conexión y “otras comunicaciones que envíes”. ¿Otras? ¿Cuáles?
La regla general es que todas las actualizaciones de estado son visibles por cualquier usuario de WhatsApp que tenga tu número de telefóno y no haya sido bloqueado. ¿Quiere decir eso que mis mensajes también están ahí para que todo el mundo los lea? No, porque justo ahí establecen una excepción. Esos mensajes, así como tu localización cuando la compartes y todos los archivos que envías a un amigo o a un grupo (esos GIFs de gatitos que tanto te gustan) solo pueden verlos los elegidos, sus legítimos receptores.
¿Te ha quedado más o menos claro? ¿No del todo? Resumimos: cualquier usuario de WhatsApp que tenga tu teléfono (y no haya sido bloqueado) puede ver tu estado (el típico “Hey there! I am using WhatsApp”), tu foto de perfil, la última vez a la que te conectaste o si estás en línea y, lógicamente, tu número de móvil. En cambio, los mensajes de texto, las localizaciones, los audios y los archivos enviados a una persona o a un grupo solo los ven esa persona o los miembros de ese grupo. ¿’Capicci’?
Pero volvamos al tema de las licencias. Como hemos dicho, concedes una a WhatsApp sobre tus actualizaciones de estado (en sentido general), pero además concedes otra a cada uno de los usuarios que te tengan agregado. Se trata de una licencia no exclusiva para acceder a tus actualizaciones de estado, que termina en el mismo momento en que las elimines. Vamos, que les das permiso para leerlas (algo, por otra parte, bastante lógico).
¿Qué datos personales cedes?
En primer lugar, WhatsApp tiene los datos que tú mismo le has entregado, fundamentalmente tu número de móvil y tu agenda de contactos, que revisará periódicamente en busca de usuarios que ya estén en la plataforma (para que puedas interactuar con ellos) y teléfonos de los que aún no estén (por si los quieres invitar). Eso sí, aseguran explícitamente que no recopilarán nombres, direcciones o correos electrónicos. Única y exclusivamente números. Bastante razonable, ¿no?
Además, según se indica en sus documentos legales, la empresa podría recabar en ciertos casos los datos de tu tarjeta de crédito u otra información de pago. ¿Qué sentido tiene esto si los ’app’ la pagas a través de Google Play o la App Store? ¿Es una puerta abierta a micropagos dentro de la aplicación al estilo de los ’stickers’ de Line? Torres más altas han caído, así que nunca se sabe.
Por otra parte, y esto es importante, WhatsApp asegura que no copia, almacena o archiva el contenido de los mensajes que envías. Es un simple intermediario. Lo que escribes pasa por sus servidores solo de forma provisional y en cuanto llega al receptor se borra. Con una excepción: si el usuario al que estás escribiendo no está conectado, los mensajes se mantendrán en el servidor un máximo de 30 días a la espera de ser entregados. Pasado ese plazo, se borrarán.
Por cierto, debes saber que esos datos personales se almacenan y procesan en Estados Unidos, con independencia de dónde residas. ¿Y a ti qué? Bueno… A priori ofrece menos garantías porque las leyes del Viejo Continente se centran más en proteger al usuario.
¿Qué puede hacer con esos datos?
Antes que nada, una característica que distingue a WhatsApp de muchos de sus competidores es que renuncia de forma explícita a la publicidad. Eso quiere decir que, al menos de momento, tus datos no serán utilizados, como en otros servicios, para personalizar anuncios o recomendar marcas a tus contactos. En sus documentos legales lo reiteran: “Actualmente WhatsApp no tiene anuncios y esperamos que siga siendo así para siempre. No tenemos intención de introducir publicidad en el producto”. ¿Nunca? ¿En serio? Ojo, que aquí viene el pero… “Pero si alguna vez lo hiciéramos, actualizaríamos esta sección”. Así que, de momento, no hay razón para preocuparse, pero tendremos que estar pendientes en el futuro.
Entonces, ¿para qué utilizan tus datos? Principalmente, para que puedas usar el servicio y para mejorarlo, aunque también se reservan el derecho a utilizar tu número de teléfono para informarte de cambios sustanciales. Por lo demás, WhatsApp no revela tus datos a terceros sin tu consentimiento excepto por motivos de seguridad, para mantener o mejorar el servicio, por causas legales, por un requerimiento judicial o gubernamental, para defender los intereses de la empresa o como resultado de la compra o fusión de la compañía.
¿Puedes darte de baja? ¿Cómo?
Los términos y condiciones de WhatsApp no aclaran casi nada sobre esta cuestión, pero si echamos manos de su sección de Preguntas Frecuentes entendemos alguna cosa más. Básicamente hay dos opciones: desactivar tu cuenta o eliminarla. La primera es la mejor solución si pierdes o te roban el teléfono, porque dispondrás de 30 días para recuperarla en otro dispositivo y recibirás de golpe todos los mensajes que te hayan enviado durante ese tiempo. La segunda opción, el borrado, es irreversible y hace que finalice la licencia sobre tus contenidos que concediste a WhatsApp.
¿Cuánto tiempo retendrán tus datos si decides marcharte?
No está del todo claro. Sabemos que los mensajes que envías directamente a tus contactos solo pasan por los servidores de WhatsApp de forma provisional y, en el peor de los casos, si no pueden ser entregados, se almacenan durante un máximo de 30 días. Sabemos que podrían pedirte el número de tu tarjeta de crédito, pero también lo borrarían en un máximo de 30 días tras eliminar tu cuenta. Esto está claro, pero ¿qué sucede con tu número de móvil, tu agenda de contactos y lo que WhatsApp denomina actualizaciones de estado?
Eso no lo sabemos, y no es porque no hayamos buscado bien. De hecho, parece que no somos los únicos que se lo preguntan, ya que a principios de año las autoridades de protección de datos de Holanda y Canadá abrieron una investigación para determinar si el servicio de mensajería incumple las leyes sobre privacidad de estos países, entre otras cosas por no dejar del todo claro qué información personal retiene y por cuánto tiempo.
¿Cuál es la edad mínima para darse de alta?
Son 16 años. Por debajo de esa edad solo se puede utilizar con autorización paterna o si eres un menor emancipado. Además, si WhatsApp descubre que algún usuario no cumple con ese requisito, eliminará su cuenta. Como ellos mismos dicen en sus Condiciones de Uso, y parafraseando a la esposa del reverendo Lovejoy: ¡Piensa siempre en los niños!
¿Cómo de extensas son las políticas? ¿Están en español?
WhatsApp presenta sus Condiciones del Servicio y Política de Privacidad como un solo texto de 6.405 palabras. No es demasiado en comparación con las de otras empresas, pero aún así es más que leerse seis veces ’El Cuervo’, el poema más famoso de Edgar Allan Poe.
Además, no están en español y, al menos a corto plazo, no se los espera. Hay un proyecto en marcha para traducir la web y las aplicaciones de la marca a nuestro idioma, entre otros, pero no hemos podido encontrar en él los documentos legales (bastante lógico al tratar una materia delicada).
¿Pueden cambiar los términos? ¿Con qué condiciones?
Sí, en cualquier momento, y es responsabilidad tuya estar al tanto de las modificaciones. Si no estás de acuerdo con ellas, deberás eliminar tu cuenta, porque el hecho de seguir utilizando el servicio supone la aceptación de sus Condiciones y Política de Privacidad. El último cambio hasta la fecha se produjo el 7 de julio.
¿A qué legislación están sujetos?
A las del estado de California, en Estados Unidos. Concretamente, cualquier demanda contra la compañía por infracción de sus términos y condiciones debería resolverse ante un tribunal del condado de Santa Clara, en Silicon Valley. Sin embargo, en la práctica, estamos muy probablemente ante una cláusula abusiva y que no podría aplicarse a un particular. Diferente podría ser el caso de las empresas y otras personas jurídicas.
¿Hay algo más que debas saber?
En el apartado de curiosidades, los documentos legales de WhatsApp son una auténtica mina de oro. Por ejemplo, al final de una cláusula en la que detallan los supuestos en los que tendrías que indemnizar a la empresa, hacen una chocante afirmación que aparentemente no viene a cuento: “No apoyamos ni fomentamos el consumo ilegal de alcohol o tabaco”. Es bueno saberlo.
Pero aún más alocada es la cuestión de los usuarios “cansinos” (“annoying” en el original en inglés). Atención a esto. La empresa puede eliminar tu cuenta si eres un “cansino”, y eso lo determinarán, “de forma caprichosa o no”, sus “empleados, agentes, subagentes, superagentes o superhéroes”. Cuánta retranca en un texto por lo general abstruso.
No te vayas, que aún hay más. WhatsApp puede decidir que una actualización de estado no es apropiada por razones de “longitud o limitado interés”. O sea que abstente de enviar a tus amigos los documentos legales de WhatsApp vía WhatsApp porque son largos y aburridos. Y tampoco se te ocurra mandar uno de esos dibujitos hechos con emoticonos o ristras interminables de letras.
Y dos últimas cosas. No olvides poner los dos rombos antes de enviar fotos picantes porque “el contenido adulto debe estar identificado como tal” y notifica inmediatamente a WhatsApp cualquier “brecha de seguridad o uso no autorizado de tu teléfono móvil”. Recuerda que ellos no se hacen responsables por los daños que la aplicación pueda ocasionar a tu dispositivo, pero tú si deberás indemnizarles si les echas abajo el chiringuito.
Por David G. Ortiz
Fuente: http://www.antena3.com/tecnoxplora/empresas/esto-que-firmas-lees-cuando-das-alta-whatsapp_2013110600445.html