Era mayo de 2014. Francisco Rodríguez, un canillita mendocino de 82 años, caminó hasta el Casino de Mendoza, miró un partido de fútbol y después se sentó a jugar en las tragamonedas.
Jugó en una, pasó a otra y a una tercera, sin saber que su vida estaba por dar un vuelco: de repente la máquina le indicó que acababa de ganar unos 760.000 pesos.
Lo que tampoco sabía es que las autoridades iban a decir “no”: que no ganó nada, que la máquina se había equivocado.
“Jugó en esa máquina entre 10 y 15 minutos y hay tres testigos que lo corroboraron ante escribano”, contó Ricardo Fugazzotto, su abogado.
Por eso, iniciaron un reclamo ante el Instituto Provincial de Juegos y Casinos “y acaban de expedirse –sigue–. Reconocen que la máquina efectivamente dio el premio pero dicen que fue por una falla del sistema. Además, sostienen, en base al registro de una máquina supuestamente fallida, que Francisco se sentó pero no apostó, que la máquina se disparó sola, lo contrario de lo que dicen los testigos”.
Lo que vieron los testigos es que cuando Francisco vio la leyenda que decía que había ganado tres millones de créditos –el equivalente a más de 760.000 pesos–, llegó el jefe de sala y le dijo que había habido un error.
Lo que dice Francisco es que, además, desarmaron la máquina. Alguien sacó una foto pero él no sabe quién fue.
Francisco no sacó fotos: tiene 82 años, es jubilado y viudo, cobra la mínima y no maneja la tecnología.
“La respuesta de la autoridad provincial –el órgano fiscalizador de todos los casinos– es que, de haber un responsable no es el casino sino la empresa titular de la máquina: pero Francisco fue a apostar a ese casino, no a una fábrica de tragamonedas”, sostiene Fugazzotto.
Ahora, tras la feria judicial, iniciarán acciones legales contra el casino. El problema es que, de tener resultado favorable, podría demorar entre 5 y 6 años, y llegar cuando Francisco tenga casi 90.
Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/casino-demanda_0_1294070606.html