Eslovenia, por su parte, comenzó a levantar barreras en la frontera con Croacia para controlar mejor el flujo constante de refugiados que pasan con rumbo a Austria y Alemania, que a su vez anunció que gastará hasta 22.600 millones de euros entre este año y el que viene para recibir la ola inmigratoria. Los refugiados en huelga de hambre se encuentran en el centro de acogida checo de Drahonice, una antigua prisión a 60 kilómetros al este de Karlovy Vary, donde residen en total 150 migrantes. Los huelguistas, que proceden en su mayoría de Irán, «tienen miedo de ser expulsados», dijo el ministro del Interior, Milan Chovanec, en declaraciones a la radio pública checa, y confirmó así las informaciones dadas por los defensores de los inmigrantes. «Hemos huido de la muerte en nuestros países, no vamos a volver allí», señalaron en una declaración. Un gran grupo de internos ya habían sido trasladados al país en el que se registraron por primera vez, informó la agencia de noticias DPA. «Hemos huido de la muerte en nuestros países, no vamos a volver allí» En tanto, el gobierno húngaro aseguró que el sistema de Dublín de gestión de solicitudes de asilo ya no existe y que por ello no aceptará que otros países le devuelvan a refugiados que entraron en la Unión Europea a través de Hungría. «Dublín está muerto», aseguró el ministro de Exteriores, Péter Szijjártó, quien advirtió de que no hay razones para que su país tenga que recibir a refugiados. Szijjártó reaccionó así al anuncio ayer de Alemania de que devolverá a los sirios que lleguen a su territorio al país por el que hayan ingresado en la UE, tal y como establece el mecanismo europeo de Dublín. Szijjártó opinó que la presión migratoria se ha incrementado porque políticos alemanes han hecho «declaraciones irresponsables, lo que fue interpretado por los inmigrantes como una invitación». El funcionario húngaro subrayó que los reglamentos del sistema «no son respetados por nadie y de esta manera tampoco es justificable que se apliquen las medidas», según apuntó la agencia de noticias MTI, citada por la agencia EFE. Hungría ha cerrado con vallas sus fronteras con Serbia y con Croacia y desviado hacia este país la ruta que siguen los refugiados de países en conflicto de Oriente Medio hacia Europa Occidental, a través de Eslovenia, que inició la construcción de una valla en ese límite. La reja eslovaca empezó a alzarse cerca de la localidad fronteriza eslovena de Obrezje, al oeste de la ciudad de Zagreb, así como en torno al paso fronterizo de Gibina, más al norte de la frontera común entre esos dos país, confirmó la agencia de noticias eslovena STA. Los efectivos llevaron grandes cantidades de alambre a varias localidades situadas a lo largo de la frontera, de 670 kilómetros, entre Eslovenia y Croacia, y según informó la televisión eslovena TvSlo, las vallas de alambre tendrán una altura de 1,8 metros. Mientras tanto, el tránsito de los refugiados prosigue, y hoy llegaron desde Croacia a la localidad fronteriza eslovena de Dobova dos trenes, con unos 2.000 refugiados en total. Ayer, según datos oficiales, entraron en Eslovenia unos 7.500 refugiados, pero se espera una mayor oleada en los próximos días, ante noticias de que por Grecia se mueven más de 30.000 personas por la llamada «ruta balcánica». El primer ministro esloveno, Miro Cerar, dijo ayer que las barreras serán temporales y que con su instalación se tratará de impedir entradas incontroladas, recordó la agencia de noticias EFE. En todo caso, prometió que la frontera seguirá abierta para la llegada de un número sostenible de refugiados, y argumentó que los acuerdos de la Unión Europea (UE) no se cumplen y que Austria y Alemania admiten sólo unos 6.000 refugiados por día. A todo esto, la llegada de cientos de miles de refugiados a Alemania costará a las arcas públicas de ese país hasta 22.600 millones de euros entre este año y el que viene, informó hoy el Consejo Asesor de Economistas del Gobierno alemán. É
Huelga de hambre entre un grupo de refugiados en la República Checa
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