En un contexto de pandemia, diversos especialistas coinciden en que la solidaridad científica global es lo único que puede detener el coronavirus. En ese contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha invitado a participar a todos los países del mundo y por el momento hay una respuesta positiva de muchos.
Según Carmen Martínez de ReviewBOX, especialista en farmacología y nutrición, en México, la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) obtuvo una vacuna recombinante quimérica contra la COVID-19. ‘’Por el momento, se encuentra en una primera etapa y comenzarán pruebas preclínicas en al menos 80 animales para probar su seguridad. El objetivo es generar inmunidad en las personas e impedir que el virus pueda unirse a su receptor en las células lo que evitaría la enfermedad’’.
La Argentina también se encuentra en la búsqueda de herramientas para combatir el coronavirus. Los investigadores argentinos junto a científicos de la Universidad de Harvard en los Estados Unidos, analizan los efectos de un componente del Omega-3, aceite de pescado enriquecido con un derivado de EPA (ácido etil-eicosapentaenoico), que comúnmente se utiliza en clínica como fármaco para el tratamiento de algunas formas de hiperlipidemias. Sus efectos adversos son escasos, por lo tanto aumenta su aplicabilidad y potencial universalidad de utilización.
Sin embargo, en este caso podría servir para disminuir el riesgo de contraer la enfermedad, por sus propiedades antivirales, antiinflamatorias y antitrombóticas. La variante nutricional podría reducir las tasas de infección por SARS-CoV-2 en pacientes y el personal de salud, una de las sub poblaciones con mayor riesgo de contagio. De hecho, el porcentaje de la población infectada representa entre un 20-25%.
Según especifican, se estima que aproximadamente ⅙ a ⅕ de ellos pueden infectarse en el curso de la pandemia, ya que hasta el momento no existen medidas farmacológicas preventivas que hayan demostrado reducir la tasa de infección. Por esta razón, los equipos de científicos trabajan a contrarreloj para avanzar en el estudio.
Para que el ensayo clínico pueda continuar, precisan 1.500 trabajadores sanos de los sectores sanitarios, quienes serán divididos en grupos de tratamiento y placebo durante un período de ocho semanas. El tratamiento consiste en una dosis diaria de 8 gramos de la droga basada en EPA durante las primeras tres jornadas y 4 gramos diarios diarios durante los día 4-60.
“Buscamos voluntarios trabajadores de salud para poder testear formalmente con metodología científica si esta alternativa es efectiva en el contexto de esta pandemia”, sostuvo Rafael Díaz, médico cardiólogo.
Los criterios de inclusión incluyen: tener 18 años o más; médicos, enfermeras, personal auxiliar, personal de limpieza que trabaja en UCI o Departamentos de Emergencia que tratan a pacientes con COVID-19; personas que realizan procedimientos de generación de aerosol en pacientes COVID-19 (anestesiólogos, enfermeras, dentistas, entre otros); ser familiar de un caso índice de COVID-19 con contacto, y el personal de laboratorio que realiza la prueba COVID-19.