Por Nicolás Diana para perfil.com
Se quedó sin autos oficiales y helicópteros que lo llevaban a La Plata en 10 minutos. Casi no quedan rastros de la troupe de secretarios y asistentes que se movían a su lado cada vez que tenía un acto y ahora se refugia en un nuevo búnker ubicado en el centro porteño donde funcionaba la fundación DAR que dirige su hermano José “Pepe” Scioli. El despoder y la vuelta al llano desde su ingreso a la política en 1997, no le cayeron nada bien a Daniel Scioli. Está bajoneado y tratando de recuperarse del golpe que recibió en el ballottage cuando perdió las elecciones por menos de tres puntos.
Los primeros días tras dejar la gobernación aun estaba entero, pero el paso del tiempo lo hizo caer. Quienes lo conocen aseguran que está procesando su nueva vida lejos del poder. Scioli nunca había imaginado que no llegaría a la Casa Rosada. Había puesto toda su energía en ese objetivo que no pudo cumplir.
Duro. Los más difícil para el ex gobernador de Buenos Aires es la falta de actividades. Mientras estaba en el poder su agenda era un hervidero y los teléfonos no paraban de sonar ni un segundo. Hoy casi no tiene compromisos. Para las reuniones y encuentros políticos utiliza las oficinas de la fundación DAR donde suele estar acompañado de su secretario personal, Julián Colombo, su vocero Mariano Raimondi y su amigo y asesor full time Lautaro Mauro.
Para mantener sus rutinas –Scioli es obsesivo y meticuloso– sigue levantándose todos los días a las 6 de la mañana, hace ejercicios y después arranca con actividades. A veces no tiene mucho para hacer y trata de relajarse con su pasión acuática. Agarra la lancha y maneja a altas velocidades por el Río Lujan para descargar tensiones.
Los fines de semana trata de mantener los encuentros con su troupe de amigos heterogéneos en La Ñata, su casa ubicada en Tigre. Lo visitan el doctor Alfredo Cahe, el matarife Alberto Samid y también los hermanos Pimpinela Lucía y Joaquín Galán.
Lejos del poder, el ex gobernador cree que le será más difícil imponer su agenda propia. Sabe que dentro del PJ no quedó bien parado tras la derrota y empieza a pensar en el 2017 para volver a la política. Le gustaría ser senador nacional por Buenos Aires. Con Cristina la relación está congelada y en el kirchnerismo no lo miran con los mejores ojos. Siempre le desconfiaron y ahora que Scioli decidió reunirse con Macri tras la asunción del Presidente y aceptar la invitación a viajar juntos al exterior para conseguir créditos para el país, las diferencias se incrementaron.
Sin cargo, bajoneado y lejos de los privilegios del poder, el ex gobernador se enfrenta al desafío de reconstruirse. Es la primera vez que tiene que hacerlo desde que se lanzó a la política hace 18 años.